¿Han visto ustedes un lindo gatito? ¡¡¡¡DIABLOS!!!! ¡¡si, si, si, es un lindo gatito!!
Piolín ve siempre lindos gatitos, y si no los ve los sueña.
Yo intento ver siempre cosas lindas sean gatitos o perritos en mi parte oscura.
Un lado oscuro en el que existe un puerto habitado por navíos que invariablemente parten en busca de la brillantez. Una brillantez que siempre ha existido, y que pocas veces me ha deslumbrado.
¡¡¡¡Ostras!!!! Ya está otra vez el Cupido con sus dardos de brillantez.
Ahora soy un triste Piolín buscando su lindo gatito,
donde se encuentra mi lindo minino,
cuando se acerca San Valentín
y la brillantez se muestra y me muestra una soledad llena de soliloquios
con la parte oscura que habita mi corazón.
Donde se esconden todos los lindos gatitos de este planeta
creado por dioses indiferentes al continuo lamento,
mi continuo SOS.
Me viene una opresión en el pecho cuando se acerca San Valentín...
pero siempre es la misma afección...
un deseo,
una súplica para que termine este largo dolor lleno de la ausencia de la brillantez por la que tanto suspiro y anhelo...
¿Dónde esta mi lindo gatito? Dios mío!!! que triste desempeño el de este Cupido.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(texto registrado)
Feliz año 2021
¡¡Nenes, Nenes!!
Que quieres que te diga oye
De nuevo otro año que termina, pero vaya año de mierda porquería.
Yo aquí ,esperando como siempre con The Body y con The Hand,
borracho perdido, y medio confinao, esperando noticias de la Margarita como siempre.
Pero así es la vida.
Esperemos que este año que llega sea mas positivo...
y menos vírico ¡¡por dios!!
Si miráis este video, no me hagáis caso con eso de los cuñaos.
cada uno en su casita...y el año que viene será mejor
ya lo veréis
Aquí os dejo los videos de mis felicitaciones pasadas, cuando no había Covid, y todos los
Grullas en el aire ríen con el viento, perezosas en su elasticidad
como imanes de todo lo que tiene gracia mirando como este pequeño planeta baila indulgente.
Mira como se desarrolla el universo a tus pies, cabalgando en las nubes te estoy imaginando, con tus manos alzadas para sentir mejor el viento, y tus ojos bien abiertos, y los labios sonriendo
Para que no te quede rincón por visitar te llevaste los mejores planos, y una condición sin igual de mujer exploradora, mujer indómita para ejercer tus libertades.
No te espero despierto, prefiero el sueño, y al despertar te observare en mi café entre terrones de azúcar me abrevio entre transparentes planetas me alivio.
Y cuando vuelvas encontraras tus muebles idóneos, tus vajillas lustradas, y tus suelos encerados.
Reconóceme y siénteme,
hazme el amor, ese amor que aprendes en tu vuelo
Y si tienes que volver a marchar,
ve con la moral alta, que tu lugar yo lo cuidare, que tu lugar es mi lugar, un descanso prolongado donde soñarte.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Mon Gessami)
En donde la estulticia de los adultos olvida su infancia.
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Le daban un sentido de tonos de otoño, solían sumergirse sin cautiverios en la frondas más esponjosas, donde la naranjas nunca verían el sol, donde los ciervos hacían el hogar de la Luna.
Solían hacerse el muerto en los prados solo para captar la microscópica esencia de ver crecer la hierba, tan ajenos a la huella de los gigantes como solo están los ciempiés dorados.
Dirigían las miradas a los senderos de flores, normalizaban los refranes, sentaban la cátedra en el suelo para que sus extremidades doradas no sufrieran de desconciertos.
Las huellas se sucedían despacio primero 10 luego 40 y así hasta 100, los mirtilos se desmayaban a su paso, tan exasperados estaban de su colgadura mística.
Las frases de amor ya no se suspendían de los labios, se esponjaban en cada mirada, solo los ciempiés dorados entendieron la vocalización de las saxífragas cuando comentaban los orígenes del amor…su amor…su hermoso amor…
Los dorados ciempiés miraron por última vez los jardines de sus sueños, y fueron felices con el aletear de sus risas, allí donde el norte surco su desfallecimiento.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
Nuestros pies descansan semienterrados entre arenas de plomo, nuestras manos deberían llevarnos al lugar que solo ellas conocen.
Su lugar es de paramos helados, canciones tristes, lugares con ortodoncias abandonadas, tan desoladas como la última simiente de polvo que atravesara el último rayo de la luz del sol antes de que nuestro anhelo se convierta en fantasma, y conviva entonces con la estupidez que la vida nos susurra.
Nuestra delgada línea de carne debería ser aperitivo de por lo menos la avanzadilla del escuadrón de la muerte, pero no alimenta nada…
El vacío se habito hace tanto que las estrellas pertenecen a nuestra indelebilidad.
Somos ahora el ser invisible, pero también somos el rey de la paja, que se enrabieta con el trigo escatimado, y ahora… nos desgajamos entre girones de viento.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
Vivíamos en una maceta, o quizás, tal vez eso, solo fuera una posibilidad,. Como la triste posibilidad cuántica de existir solo en la bolsa de los vómitos
El verano terminaba de emborrachar los desiertos de nuestras manos con el más inapetente de los amarillos jamás soñados.
Solo una estrella lejana era nuestra habitual dialoguista pero a ella solo le interesaba, claro esta, la última tendencia de la moda de las estrellas del diseño.
Y ahora nos quedamos embelesados mirando nuestra puerta… observamos cómo se dobla y estira… cuando el gato que vigila detrás, se relame con la ilusión de un bocado fugaz… y nuestra puerta se cierra a todo lo felino e ideológicamente perfecto.
Soñamos con tener la ciencia necesaria para desdramatizar la ingenua peluca que adorna nuestra inutilidad, pero los aguardientes de la nueva generación migraron hace tiempo…
Hay una oda a algún imbécil olvidado, escrita sobre el cuero que adorna nuestra cama…
Jugando con las palabras que ensalzan la enormidad de la estulticia, recreamos algún versículo de la biblia
Han pasado diez y nueve horas… la puerta no ha vuelto a abrirse, y en la televisión Godzilla aterroriza a una familia tan amarilla como nuestras manos…” ¡¡¡Marge, no quedan más cervezas!!!” grita Homero Simpson y en nuestras manos se asienta el invernadero de los sueños.
¿Dónde están nuestros sueños? los necesitábamos ayer… la mirada de los felinos que imaginamos recorre nuestras manos,
y el futuro y el pasado juegan al ajedrez cuántico.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
Los cristales están borrados con lágrimas, las calles son destilación de nubes, sube la patata al éter de Dios, el domingo descansa de mí…tu vida, mi vida.
El corazón está destinado a volar, la niña mira el éter sufriendo la migraña… El partido de futbol está por acabar , y yo entiendo por fin el mensaje de mi patata voladora.
Veinte años después, sobrevuelo las cumbres, viñedos de sangre remiendan las paredes de mi habitación… Y las raíces juegan con los niños de la carne. Invoco a la tierra...
La patata es alma de junco miserable.
Duerme patata,
muéstrale al corazón tu migración. Duerme patata feliz,
que las nubes están hechas de jabón.
Patata deslizada de mi almohada,
detrás de las cortinas te espiare, seguiré tu vuelo mas allá…
Contigo acabare el paisaje.
Contigo y sin la savia que me pueda destruir…mi patata divina. Diseña montes y escenarios para mí, dibuja el éter un poquito mas para mí… descúbreme el niño que fui una vez más…y déjame volar
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Mon Gessami...volando de nuevo)
DIÁLOGOS
SIN TRASCENDENCIA EN UNA TARDE DE VERANO…
Un
poco mas abajo a la derecha un grupo de “skin heads” prende fuego
al resto de su escasa inteligencia
Son las 16.00 de la tarde de un
caluroso y pegajoso día de Agosto. Los cuervos revolotean el montón
de basura que día a día crece y crece en las esquinas del barrio.
En la emisora local suena
Malena…”Malena tiene pena de bandoneón”
(canción)
Aparece en escena una espora de tricius andoledoide. Vuela en el calor de la tarde acompasando
su leve desfilar por la ensoñación estival con la estructura de
tango de la onda hertziana.
La ruina lleva veintidós años
arrullándose en la falda de la colina en espera del secreto que la
convierta en algo más decoroso, o una oportunidad de morir con
dignidad, quizás.
Y entre tanta ruina la ultima viga
enferma de aluminosis orea la escasa brisa de la tarde que se resigna
a ser material de estío.
-¡Alehop! Dijo
Tricius Andoledoide, dando un doble salto mortal hacia atrás y
dejándose reposar en el ángulo que formaba la viga con el suelo
repleto de oscuridad y abandono.
-¡Huyy! Exclamo
Concreto de Aluminio, sobresaltada.
Las ventanas del barrio comienzan
a bostezar una nueva canción…”Canción infantil” de Serrat….”y
bueno pues un día mas que se va colando de contrabando”
Y dice Tricius:
Sabes, me contaron una historia
¿te apetece oírla?
Y dice Concreto ¿y que mas podría
hacer?
-Tricius, voy pa lla
Un lugar al que aferrarse
El hombre que cada
tarde espera el ocaso cerca de la ventana del pequeño puesto de
limonada casera.
Ella llego antes de la hora concertada
dispuesta a esperar los quince
minutos restantes apurando el último cigarrillo.
Pero Lola mirándola angustiada
le pide ayuda,
pues la barra está a rebosar.
Ella dibuja en sus labios el
fastidio y la desidia sirviéndole mas limonada al cliente extraño.
El hombre de la ventana la
reconoce al instante,
pero sus labios han perdido la tímida sonrisa,
y su pelo liso ya no peina su frente, su mirada se ha vuelto gris,
deslucida.
Ella nota su mirada,
y es entonces cuando al mirarle
cree reconocerle.
Por un instante fugaz el gris de
sus ojos cobra vida,
y el brillo azul de su niñez
vuelve a colorear su alma.
La mejor amiga de ella siempre
esta lavando ropa en el exprés de la esquina.
El hombre llego la semana anterior
al barrio,
y hoy toca lavado de ropa general,
pero la maquina es obcecadamente
inteligente
y escupe sus monedas,
como si supiera que él todavía
no pertenece a aquel lugar.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of The Ghost in the Shelf)
(Fragmento de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
No existía la más mínima posibilidad de que Rotten Meat, Tricius, o cualquiera de los amigos del descampado fueran protagonistas aquella noche especial de luces y caminatas por los vericuetos ajetreados de la Navidad.
Salimos del desfiladero con el ánimo de desenterrar las maravillas ocultas tras meses de férreo autocontrol. Por el camino que nos llevaba hacia el continuum espacio delimitado por nuestra propia insolvencia, nos cruzamos con Carol. Constantemente miraba hacia atrás como si temiera que la siguieran, al vernos se detuvo, y con una amplia sonrisa de alivio nos conto que aquella tarde al levantarse de la siesta había notado que su pierna derecha era 11,2 centímetros mas larga que su izquierda. Dijo haber soñado que habitantes de otro galaxia con forma de plumas humanoides habían le zarandeado y estirado su extremidad hasta dejarla más larga y delgada, como si se tratara de goma de mascar.
Tan desgarradora experiencia alivio el tedio de aquella noche, nos sumergió en un mundo de tentáculos en donde los calamares eran reyes y las anemonas rendían pleitesía al movimiento de los sentidos acuáticos.
Carol respiraba profundamente…las estrellas descendidas por una vez se acoplaban al rápido parpadear de sus ojos, dejando ver destellos del animal desencantado en el que se había convertido. Con la puesta de los prodigios estelares comenzó el prodigio solar, el infierno de amor olvidado empezó a encarnarse en su miembro dilatado, ojos de ardido frenesí, células enloquecidas, vehemencia en los cabellos pugnado por desobedecer la alopecia. Hacia el final del mediodía, la masacre se había extendido desde el Indico al Antártico, desde el anillo mas exterior de Saturno hasta Sant Joan de Moró.
Hacia la luz
No hay camino oscuro que no haya recorrido, no hay silencios sin escuchar o lamentos sin atender.
Soles encendidos y cometas me escogen para la danza majestuosa.
Y en el recelo que me tengo escudriño los rincones mas escondidos para poder encontrar el trayecto hacia la luz.
Después de acompañar a las hijas de las mandrágoras al colegio, nos dirigimos hacia el desierto. Una sirena varada nos pidió la lleváramos a su casa, solo le pudimos responder con un océano de lagrimas. Con nuestra imaginación le dibujamos un mundo de mares y lagos, peo solo le sirvió de mortaja entre las dunas acariciadas por el sol. Al anochecer habíamos alcanzado la cima de la colina. Golondrinas, estorninos y vencejos se dejaron caer entre la hierba, aquella noche renunciaron a volar. Había una lumbre acariciando la noche, entre los arbusto divisamos el lago, corrimos a su encuentro y quisimos navegar sobre la estela de luz de la luna. Grandes animales amarillos nos devoraban los silencios. Así nos encontró ella cuando llego el alba.
Esquizofrenia desnudada por la luz lunar
Decidimos saludar al cielo, “Hola celestidad original” Déjanos caer una preciosa escala de nácar, luna de miel. Una travesía en el espacio, en donde subamos los dos y solo a ti llegue uno solo…mi luz que tanto necesito.
Que mi compañía me arde, esa oscuridad atrapada entre mis manos habré de dejarla fluir en el mar de los sargazos.
Limpio y decididamente amnésico oteare el aire en busca de tus ancestros, les contare secretos de la guerra…les traeré la paz para que te la susurren al oído.
Que nadie más encuentre la senda, ni mi compañero ni mi conocimiento han de saber de tu guarida mi Luna.
Te diré que el mar es una balsa de leche, que las ballenas huelen a lavanda cuando se detienen a mirar tu rostro tan sereno, y lloran y gimen por no poder acariciarte.
Te contare que he dibujado tu luz en cada molécula del agua del mar para iluminar los fondos de estrellas marinas.
Cuando deje la montaña, dejare al ser que me habita y devora, dejare el cielo salado, el dolor de mi costado, dejare una flor amarga, dejare el vino a un lado…solo ante tu altar por primera vez mi Luna bella…para acostarme a tu lado, tan solo como he de ser, para ser tuyo para siempre.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
Llévame al hogar donde la lluvia empapa las paredes de hielo.
Derrámate en mi corazón como la lluvia inunda mi cólera y pueda despertarme en esta cama habitada por tantos fantasmas húmedo de tus besos y caricias .
Llévame de vuelta al mundo jazmín. Sírvete de mi en toda mi plenitud. Llena mis arterias con tus espejismos. Seduce el camino de vuelta en cada recodo.
Cada piedra que encuentro la envuelvo en papel de felicitaciones. La entrego en Correos a direcciones que solo tu sabes para recibirlas cuando menos lo espere.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Mon Gessami)
Una canción para derretir…fundirse, luz y amistad.
Empieza la noche y mojo el rosario, me resisto a pensar.
Yo quería creer en tantas cosas, y al final la verdad no se movía de mi lado, siempre estuvo allí…
Creía en los pardos arboles de engalanada majestuosidad, pero ellos no me hablaban ya… Creía en las piedras, antojos de un ser superior pero su autoridad era incierta…increíble.
Desnudaba mis manos cada atardecer para creer, descalzaba los pies y los enfangaba con mentiras atroces, nada era mas cierto que las mentiras que me contaban desde el pozo de los sueños
Solo el amor se desprende de los halitos y fulgores, solo el amor es verdad inmaculada…
Desde Creta y Mykonos lloran las palmeras mediterráneas, Estibaliz recita poemas en las ciénagas lacustres, y los mirmidones escuchan escanciando verdades, los pies sucios y los ojos detonantes de amor.
Amarillea la sabana entre girones de arboles deslucidos por las tropelías del leopardo…las ginetas cantan verdades que jamás creeríamos…salve a la ventana que se pinta así misma primoroso tesoro de flores verdaderas y antiguas .
Soy renuente a colgar de mi hombro nada que no sea tu verdad, esposa de amor…feliz sentido de domingo. Pero salir a pasear sin tu alivio me produce ardor en las piernas.
Todo nace para mentirme…hierbas y ruedas, pececillos de arroyo cantando miserias de “Telecinco”.
Sanidad prendida del coro de un telediario cualquiera, y en cualquier lamento desnudo de vida, guerras que me ultrajan tu verdad.
¿Querrás contarme un verso para poder creer en algo?
Solíamos recorrer la jungla en una bicicleta con alforjas repletas de ideas extravagantes,
solíamos pararnos a escribir notas en el envés de las hojas…
Al iniciar el ultimo curso ya habíamos aprendido todo lo necesario, nos dedicábamos a escanciar nuestro conocimiento sobre las cascadas del rio azul.
Los perritos se llamaban unos a otros, tan delicadamente felices…
Bien, o bueno, todo podría ser, la oscuridad se hacía severa a las doce del mediodía… Las mandíbulas nos hacían reír de tanto llorar, un infierno de credibilidad y todo para nada.
Quizás la última guerra duro demasiado poco, la sangre no vertida provoca acidez, pero los perrillos no saben nada de esto, tu figura tampoco, pero tu rostro entiende la oscuridad y la transforma en el país que habito tan lleno de tu luz…
A la espera de esta oscuridad llena de luz, aparcaremos la osamenta bajo la farola ideal…
La brillantez seduce en la soledad.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (Walking in the shoes of Sinda Mabué)
Aunque vivamos entre espinos de rosas y la alborada nos encuentra siempre sedientos, no se perderá el amor que camina entre ristras de muertos.
Aunque vivamos sabios entre estúpidos y los fragmentos de la última vida nos desbroce las manos y den cabida a nuevas heridas, no ha de perderse el amor que tan fiero reside entre nuestros dientes.
El cesto del pan es la última residencia de suspiros. En el se refugian las manos intentando formar rostros con migas y cortezas.
Sonrisas que sientan valores… Bellezas que duermen entre imanes de nevera. Saliva que explota dulce al encuentro de su manjar predilecto.
Y entre los pimientos reposan tomates y zanahorias… Puerros y manzanas que desvelan el territorio suspendido en la tristeza, maquillaje de hechizos descansando en tareas lejanas.
Damos vueltas al jardín. Descendemos de los arboles cabeza abajo… Nos infiltramos en las tierras con los topos y las piedras… Sentimos la muerte de la lluvia, nacemos de nuevo dos veces al día.
Doblamos coladas y alimentamos eufemismos. Pero que más da como nos enseñamos a vivir….
El trigo desciende por los caminos del rio. Y verde es el roció de esta alegoría.
Y rojo y negro, absolutamente inmóvil
Frio de destierro….
Los huesos defienden el amor en su coraza de muerte.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Ghost in the Shelf)
Se sentaba en el suelo con las piernas cruzadas. Solía mirar a las hormigas ir y venir.
Las fotografías no mentían, era así… Con remolinos y heridas en el pecho.
A tan tierna edad, las hormigas le hacían la cama. Le preparaban el aceite y el pan.
Cuando por última vez miro al cielo Las hormigas le hacían masajes en el plexo solar.
Con las piernas cruzadas, el vaso lleno de agua… con la jalea de coco y el bocadillo de atún.
El sol a las 11 de las mañanas sin escuela… Las piernas cruzadas y las hormigas enajenadas de tanto laborar.
Volveremos a mirar al cielo, cuando ya no queden ríos que vadear. Ni siglos estériles que fertilizar… Cuando no queden monos en la costa… Y solo tengamos el trajín de un millón de hormigas…
Trabajaremos de hondonada. Cerrando heridas (los combates ya no hacen prisioneros) Con los brazos articulados por doce lugares, desde el codo hasta el muñón de nuestras alas
No volveremos a sentarnos en el aire con las piernas cruzadas. Las plumas mojadas…el hielo sucio, y los abanicos negados al calor.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Petunia Peres)