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domingo, 24 de enero de 2021

Maureen O'Sullivan en las Selvas del Abandono

 




Maureen O'Sullivan en las Selvas del Abandono

(Extracto de mi obra "Los Ciempiés Dorados")


Maureen O ‘Sullivan desnudo con acierto los corazones de las monas,
pero la cansada agonía de su corazón la invitaba al sueño.
Las noches en las selvas no están desprovistas del glamour de las ciudades,
pero los retratos con Johnny son el cordial que necesita para afrontar
el próximo día entre las monas del color de la angustia. 


¡Pero espera! se escucha el canto que adorna la aurora…Desiré entona la oda
del recuerdo:



Viejos lagartos de goma (Poema de Desiré)

Desde que dejaste el río y el mar
sufro en la estera del verde inmaculado. 

Soñaba con la eternidad entre lianas y cocodrilos de goma. 
Soñaba con la calidez y el frio de la lluvia de la tarde. 
Soñaba compartirte la mochila que lleve. 

Pero desististe Johnny querido…mi tormento esta en el filo. 
y ahora he de quedar entre amigos muertos, y risas desnudas,
he de alimentar caracoles, y esfuerzos por caminar más lenta que ellos.

Oídme ¡oh! selvas de material muerto. 
Oídme y dejadme navegar como antaño entre los arboles impacientes,
que negro es el pasado entre los leones que devoran tu recuerdo.

***********

Al despuntar el amanecer Maureen se enojó con los vientos.
Estos habíanle dedicado una sonora pesadilla esa noche,
y el viento ingrato la arremetía sin compasión entre las ramas del árbol del hogar.

Las monas fueron llegando, algunas cabalgaban unicornios,
otras más desafortunadas, eligieron el pequeño clavecín con ruedecitas 
que se pudría en el rincón más obsoleto de la selva…
Aún y así, Maureen era capaz de extraer el sonido más peculiar que jamás se escucho en la foresta azul del olvido…
El olvido que sentía Monnalisa entre la niebla azul de New York City…

Maureen relata otro cuento a las monas  


Mona Lisa


El dia en las ciudades suele ser rojo, pero las nieblas dan suavidad...igualan, 
o eso debió pensar Mona Lisa al comprobar cuán sereno era el instinto que la
había llevado a New York City…

El Louvre era el escondrijo perfecto siempre que quieras que te miren,
pero que no sepan lo que piensas.
Pero lo que pensaba Mona Lisa lo enmascaraba
detrás de su famosa sonrisa.

Los más famosos psicólogos habían explicado el por qué de su problema,
pero su anhelo estaba en las manos y en los ojos de Leonardo…
y ella suspiraba a escondidas cuando la luz se volvía tenue 
y ya las últimas visitas olvidaban 
su rastro en el vientre de su sala.

Aquella noche decidió ser el ser otra vez,
ser la luz de Leonardo,
en donde el aire fuera deseo de nuevo. 

Estudio los accesos de la puerta de embarque, 
pidió la hora 145 veces… 
y al fin se sintió pájaro a diez mil metros de altitud pensando en su pintor, 
su genio creador.


Mona Lisa se mojaba, 
la lluvia de la ciudad era el sudario perfecto, 
caía el agua desde los rascacielos tocados de azul y gris…
caía el vértigo de sus ojos
cuando comprendía que Leonardo había cambiado,
no la miraba ya,
solo la trazaba de nuevo con infinitas nuevas formas 
de arte moderno y contemporáneo. 

¿Donde estaban las noches de ordalía y pasión?
¿por qué los juguetes de pantallas y teclas 
solo la hacían tener las cosquillas más tristes
que jamás de atrevió a imaginar?

Delante de la frutería dedico un tiempo a conversar con tres mandarinas inéditas…
ellas también soñaban y cantaban los silencios que escondían 
el corazón de Mona Lisa, 
la tristísima Mona Lisa.



Corazones de la más pura miel (canción de las mandarinas)

El dolor es tener el interior repleto de acidez,
el dolor es tener ausencia de miel. 
Cáustica es la adrenalina que nos conmueve,
los versos más deliciosos que entonamos 
y nos sugieren un mundo donde aun no hemos nacido.

El dolor es no tener el corazón presto
El dolor es tener la más terrible de las amigas. 
Saber el vocabulario de los panteones 
y no dañar la memoria del ser amado.

El dolor está en el interior, 
y el nos hace huecas de miel. 

El sueño migrará, 
migrará al occidente. 

Llenaremos nuestra vacía cáscara con la miel que derrite tu abandono. 
Y así jugaremos de nuevo con las risas y con las alondras que te pertenecieron.

Fin del cuento

**************

Volvió el silencio,

Maureen O ‘Sullivan escondida entre los helechos recuerda el amor…
las monas se reúnen en la frutería,
se enfrentan al dilema más importante de cualquier ser inocente.

La desgracia cognitiva se ha derramado una vez más,
la sangre de la estupidez esta reseca ya. 
Y así, bajo el juicio pesado de la sabiduría, ésta olvida, porque sabe.


Canción de Desiré

Canción del sentido y del vuelo

Esta la siembra alistada, la carencia honesta.
Esta el hormigón reblandecido,
Esquemas y desórdenes adormecidos.

Sentimos la medalla alcanzada con tanta dedicación,
que se clava entre nuestras uñas.
Con fuerza la queremos arrancar,
las sangres blancas se llenan de gozo oxigenado. 

Revistas de corazón, que tan abstractas son,
como somos nosotras ahora. 
Tan desmesuradas sus historias, que se ríen de nuestra médula…
fuego que nos mira y no ha de ardernos.

Santa resistencia,
pájaro de santo linaje que llora tu ausencia,
versos que se escapan, que van de crucero a las islas Aleutianas,
y nos envían postales de bellas palmeras ,
nos escriben escépticas,
por que les contamos que andamos vivas todavía,
pero con la vida escapándose por estar junto a ti.

********

Casi sin saber cómo fue, los años se sucedían en la casita de las Selvas del Abandono.
Desiré contaba ya cuarenta y tres años,
y el tiempo la había convertido en la reina de las monas. 
Pero la vejez ya le tendía trampas en cada rama y liana.

Las noches eran escalofríos sin luna,
pensar en levantarse era la heroicidad más desangrante,
pues sus miembros desobedecen.


La alegría de la muerte era el arrebato más conmovedor que Maureen se atrevió jamás a imaginar, 
cuando pensaba en su nueva e inminente soledad
que la asolaría cualquier mañana de esas.


Era tal el cariño que Desiré le profesaba a Maureen O ‘Sullivan,
que constantemente pedía paciencia al viento
que desbroza las vidas, por no dejar a su querida compañera.


Maureen O ‘Sullivan termino aquella mañana su última obra de bricolaje,
una preciosa ventana pintada en rojo. 

El almanaque fue lo primero que suicidó…
Luego las palmeras, los retales del calzón de Johnny,
la miel de la última cosecha…
Un pequeño botecito de crema antiarrugas que Cheeta utilizó en sus años en New York.
El diploma de graduación del pequeño Boy.

Poco a poco fue despachando trocitos de vida,
lanzando por la roja ventana segmentos de ilusión,
es purnas de cielo, minutos de pasión, 
y también algún acierto que aterrorizaba hasta la más ínfima partícula de la razón.


Canción

Suicidio en la ventana pintada de rojo

Un anaquel, un estante, la primavera, 
el duelo también…
el sacacorchos de la alegría...
todo se suicida...
la ventana está hambrienta,
el metal de la ruedas que chirria en esta selva gris…

Pero la ventana me da fuerzas. 
La inmortalidad es una idea terrorífica.
El rojo me devora los registros…
y el caos se acumula a los pies de mi casa
en la selvas de mi desengaño.

Desiré ya no está más…
y el mundo no está demasiado contrito…
el recuerdo esta marginando las flores,
su realismo me invita a la reflexión.

Destrozare ahora la ventana roja,
y mirare a la soledad cara a cara, una vez más.

**********

Aquel dolor tan extraordinario le enriqueció la síntesis de sus pasadas alegrías.
La inútil delicadeza de la muerte era causa de reflexión continua.
Tanta soledad, y tanto mal sin querer realizarlo.

Tanta majadería que tiene la vida,
para terminar anclada entre las ramas del espíritu de la foresta.

Y aun así el esperar las visitas que pronto atolondrarían a  las monas que furtivas la observaban,
la dejaban ingrávida.

Boy llegaría mañana y Cheeta el siguiente mes…
Los fantasmas que regentan recuerdos,
ya habían aparecido esta mañana, 
y el siguiente relato germinaba en su aliento…
una tierra huérfana de amor…
lágrimas vertidas sin cesar entre las nieblas del mar,
el cielo que se abre turgente para dejarnos ver la Tierra del Cisne… 


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
(texto registrado)




viernes, 22 de enero de 2021

La sombra opuesta del castillo de sal

 

                                         

La sombra opuesta del castillo de sal

(Extracto de mi obra "Archipiélago del Miércoles Aéreo")

El invierno es veneno.

La sangre corre alcalinizada por mis canales.

Levante un castillo de ternura…cimientos de miel. 
Allí me aleje del invierno por una vez…
era odioso ver el árbol del ciprés mecido por el viento, 
cuando en las alturas el viento cesa.

EL olvido se está llevando el 99.9 % de las estaciones vividas junto a ti.

Pero el 0.1 % restante es daga y estoque.

Tu sol iluminaba mis castillo, 
la sal refulgía con aliento animoso ante tu fulgor denso y animal… 
¿Sabes? las tormentas solares son desconocidas en Plutón

En los océanos se ama de manera diferente, 
solo se enjuagan las lagrimas 
cuando las esponjas marinas nos secan el alimento húmedo 
del que están constituidas las algebraicas formas del mineral mas solicito. 


Deberían dejarnos hacer fortalezas de cristal.

Cuando el sodio se ensucia, aparece la sombra opuesta de mi castillo de ternura y sal.


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
(texto registrado)






Yo no voy a salvar la humanidad, y la humanidad no me va a salvar a mí

 



Yo no voy a salvar la humanidad, y la humanidad no me va a salvar a mí…


(Extracto de mi obra "Archipiélago del Miércoles Aéreo")

Esperando la salvación

Yo no voy a salvar la humanidad, 
y la humanidad no me va a salvar a mí.
Dios hace tiempo se salvo…
y cómodamente sentado delante de unos drink’s en el Jacinto's Bar
hace cábalas de cómo salvarnos a todos.

Pero la pregunta es, 
¿Quién salvara a Chester, el perro de Lady Finley? 

************

Y ahora, quizás mi destino sea salvar una vieja marsopa…
y encallado en mi Lunes, dispuesto a saber cada vez menos, 
y cada vez, con más aliento dibujo la estela de la Luna en el viento de mi ignorancia…


Refugio de olas amedrentadas por la sumisión del agua a la tierra y el fuego, 
mi Lunes es madre de cielo y arena, 
es mi tormento mas delicioso y sensual…
cada qué vez que veo desfilar las motitas de la luz ante mis parpados cerrados, 
siento espejos de algas marinas soñando conmigo,
queriéndome acoger en el seno oscuro de la vida, 
una vida que jamás me atreví a presentir.


Repetí incansable, pulsaciones de recuerdos, 
sume doscientas veces las posibilidades…
Entonces comprendí, y un miércoles al amanecer deshice el último equipaje,
emprendí un cielo desnudo de miseria, (un valle se extendió ante mi)…
un desierto de sigilosos pasos me llevaron al altar de la cosas invisibles.


Mi casa es de peñascos que me susurran de noche y me cantan por la mañana…
Hay un bosque (o eso imagino) de cordilleras frugales, 
en donde levito. 
Las nubes me ayudan a saborear los rayos de Sol…
así me quemo la piel cada día.


Desnudo, ando entre las formas de vida de mi Lunes incipiente, 
esperando las visitas que me ayudaran a salvarme.


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
(texto registrado)



lunes, 11 de enero de 2021

Monnalisa bajo la niebla azul

 




Monnalisa bajo la niebla azul


(Fragmento de mi obra "Los Ciempiés Dorados")



El día en las ciudades suele ser rojo, pero las nieblas dan suavidad, igualan, o eso debió pensar Monnalisa al comprobar cuan sereno era el instinto que la había llevado a New York City. 
El Louvre era el escondrijo perfecto siempre que quieras que te miren, pero que no sepan lo que piensas. Pero lo que pensaba Monnalisa lo enmascaraba detrás de su famosa sonrisa. 
Los más famosos psicólogos habían explicado el por qué de su problema, pero su anhelo estaba en las manos y en los ojos de Leonardo. Ella suspiraba a escondidas cuando la luz se volvía tenue y ya las últimas visitas olvidaban su rastro en el vientre de su sala.
Aquella noche decidió ser el ser otra vez, ser la luz de Leonardo, en donde el aire fuera deseo de nuevo.
Estudio los accesos de la puerta de embarque, pidió la hora 145 veces, y al fin se sintió pájaro a diez mil metros de altitud pensando en su pintor, su genio creador. 

Monnalisa se mojaba, la lluvia de la ciudad era el sudario perfecto, caía el agua desde los rascacielos tocados de azul y gris, caía el vértigo de sus ojos cuando comprendía que Leonardo había cambiado, no la miraba ya, solo la trazaba de nuevo con infinitas nuevas formas de arte moderno y contemporáneo. ¿Dónde estaban las noches de ordalía y pasión? ¿Por qué los juguetes de pantallas y teclas solo la hacían tener las cosquillas más tristes que jamás de atrevió a imaginar? 

Delante de la frutería dedico un tiempo a conversar con tres mandarinas inéditas, ellas también soñaban y cantaban los silencios que escondían el corazón de Monnalisa, la tristísima Monnalisa. 


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
(texto registrado)




Corazones de la más pura miel

 





Corazones de la más pura miel

(fragmento de mi obra "Los Ciempiés Dorados")

Tangerine song

El dolor es tener el interior repleto de acidez, 
el dolor es tener ausencia de miel…
caustica es la adrenalina que nos conmueve, 
los versos más deliciosos que entonamos,
y nos sugieren un mundo donde aun no hemos nacido. 

El dolor es no tener el corazón presto, 
el dolor es tener la más terrible de las amigas, 
saber el vocabulario de los panteones y no dañar la memoria del ser amado. 
El dolor esta en el interior, 
y el nos hace huecas de miel.

El sueño migrara, el sueño migrara al occidente, 
llenaremos nuestra vacía cascara con la miel que derrite tu abandono, 
y así jugaremos de nuevo con las risas y con las alondras que te pertenecieron. 

Autoría: Ortunyo Benjumea  Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
(texto registrado)

domingo, 27 de diciembre de 2020

Los ciempiés dorados

 

                   


Los ciempiés dorados

(fragmento de mi obra "Los Ciempiés Dorados")

Prefacio:

En donde la niñez crea sus fronteras.

En donde la estulticia de los adultos olvida su infancia.


***************

Le daban un sentido de tonos de otoño,
solían sumergirse sin cautiverios en la frondas más esponjosas,
donde la naranjas nunca verían el sol,
donde los ciervos hacían el hogar de la Luna.

Solían hacerse el muerto en los prados
solo para captar la microscópica esencia de ver crecer la hierba,
tan ajenos a la huella de los gigantes como solo están los ciempiés dorados.

Dirigían las miradas a los senderos de flores,
normalizaban los refranes,
sentaban la cátedra en el suelo para que sus extremidades doradas
no sufrieran de desconciertos.

Las huellas se sucedían despacio
primero 10 luego 40 y así hasta 100,
los mirtilos se desmayaban a su paso,
tan exasperados estaban de su colgadura mística.

Las frases de amor ya no se suspendían de los labios,
se esponjaban en cada mirada,
solo los ciempiés dorados entendieron la vocalización de las saxífragas
cuando comentaban los orígenes del amor…su amor…su hermoso amor…

Los dorados ciempiés miraron por última vez los jardines de sus sueños,
y fueron felices con el aletear de sus risas,
allí donde el norte surco su desfallecimiento.



Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
(texto registrado)



sábado, 26 de diciembre de 2020

El rey de la paja

                              

El rey de la paja

(fragmento de mi obra "Los Ciempiés Dorados")

Nuestros pies descansan semienterrados entre arenas de plomo,
nuestras manos deberían llevarnos al lugar que solo ellas conocen.

Su lugar es de paramos helados,
canciones tristes,
lugares con ortodoncias abandonadas,
tan desoladas como la última simiente de polvo
que atravesara el último rayo de la luz del sol
antes de que nuestro anhelo se convierta en fantasma,
y conviva entonces con la estupidez que la vida nos susurra.

Nuestra delgada línea de carne
debería ser aperitivo de por lo menos la avanzadilla del escuadrón de la muerte,
pero no alimenta nada…

El vacío se habito hace tanto
que las estrellas pertenecen a nuestra indelebilidad.

Somos ahora el ser invisible,
pero también somos el rey de la paja,
que se enrabieta con el trigo escatimado,
y ahora… nos desgajamos entre girones de viento.


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
(texto registrado)




Hotel

                         

Hotel

(fragmento de mi obra "Los Ciempiés Dorados")


Vivíamos en una maceta,
o quizás, tal vez eso, solo fuera una posibilidad,.
Como la triste posibilidad cuántica
de existir solo en la bolsa de los vómitos

El verano terminaba de emborrachar
los desiertos de nuestras manos
con el más inapetente de los amarillos
jamás soñados.

Solo una estrella lejana era nuestra habitual dialoguista
pero a ella solo le interesaba, claro esta,
la última tendencia de la moda
de las estrellas del diseño.

Y ahora nos quedamos embelesados
mirando nuestra puerta…
observamos cómo se dobla y estira…
cuando el gato que vigila detrás,
se relame con la ilusión de un bocado fugaz…
y nuestra puerta se cierra
a todo lo felino e ideológicamente perfecto.

Soñamos con tener la ciencia necesaria
para desdramatizar la ingenua peluca
que adorna nuestra inutilidad,
pero los aguardientes de la nueva generación
migraron hace tiempo…

Hay una oda a algún imbécil olvidado,
escrita sobre el cuero que adorna nuestra cama…

Jugando con las palabras que ensalzan
la enormidad de la estulticia,
recreamos algún versículo de la biblia

Han pasado diez y nueve horas…
la puerta no ha vuelto a abrirse,
y en la televisión Godzilla aterroriza
a una familia tan amarilla
como nuestras manos…” ¡¡¡Marge, no quedan más cervezas!!!”  grita Homero Simpson
y en nuestras manos se asienta el invernadero de los sueños. 

¿Dónde están nuestros sueños?
los necesitábamos ayer…
la mirada de los felinos que imaginamos
recorre nuestras manos, 
y el futuro y el pasado juegan al ajedrez cuántico.

Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
(texto registrado)







miércoles, 23 de diciembre de 2020

Hacia la luz



(Fragmento de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)


No existía la más mínima posibilidad de que Rotten Meat, Tricius, o cualquiera de los amigos del descampado fueran protagonistas aquella noche especial de luces y caminatas por los vericuetos ajetreados de la Navidad.

Salimos del desfiladero con el ánimo de desenterrar las maravillas ocultas tras meses de férreo autocontrol. Por el camino que nos llevaba hacia el continuum espacio delimitado por nuestra propia insolvencia, nos cruzamos con Carol. Constantemente miraba hacia atrás como si temiera que la siguieran, al vernos se detuvo, y con una amplia sonrisa de alivio nos conto que aquella tarde al levantarse de la siesta había notado que su pierna derecha era 11,2 centímetros mas larga que su izquierda. Dijo haber soñado que habitantes de otro galaxia con forma de plumas humanoides habían le zarandeado y estirado su extremidad hasta dejarla más larga y delgada, como si se tratara de goma de mascar.

Tan desgarradora experiencia alivio el tedio de aquella noche, nos sumergió en un mundo de tentáculos en donde los calamares eran reyes y las anemonas rendían pleitesía al movimiento de los sentidos acuáticos.

Carol respiraba profundamente…las estrellas descendidas por una vez se acoplaban al rápido parpadear de sus ojos, dejando ver destellos del animal desencantado en el que se había convertido. Con la puesta de los prodigios estelares comenzó el prodigio solar, el infierno de amor olvidado empezó a encarnarse en su miembro dilatado, ojos de ardido frenesí, células enloquecidas, vehemencia en los cabellos pugnado por desobedecer la alopecia. Hacia el final del mediodía, la masacre se había extendido desde el Indico al Antártico, desde el anillo mas exterior de Saturno hasta Sant Joan de Moró.

Hacia la luz

No hay camino oscuro
que no haya recorrido,
no hay silencios
sin escuchar
o lamentos sin atender.

Soles encendidos
y cometas me escogen
para la danza
majestuosa.

Y en el recelo
que me tengo
escudriño los rincones
mas escondidos
para poder encontrar
el trayecto
hacia la luz. 





Después de acompañar a las hijas de las mandrágoras al colegio, nos dirigimos hacia el desierto. Una sirena varada nos pidió la lleváramos a su casa, solo le pudimos responder con un océano de lagrimas. Con nuestra imaginación le dibujamos un mundo de mares y lagos, peo solo le sirvió de mortaja entre las dunas acariciadas por el sol.
Al anochecer habíamos alcanzado la cima de la colina. Golondrinas, estorninos y vencejos se dejaron caer entre la hierba, aquella noche renunciaron a volar. Había una lumbre acariciando la noche, entre los arbusto divisamos el lago, corrimos a su encuentro y quisimos navegar sobre la estela de luz de la luna. Grandes animales amarillos nos devoraban los silencios. Así nos encontró ella cuando llego el alba. 




Esquizofrenia desnudada por la luz lunar



Decidimos saludar al cielo, “Hola celestidad original” 
Déjanos caer una preciosa escala de nácar, luna de miel.
Una travesía en el espacio, en donde subamos los dos
y solo a ti llegue uno solo…mi luz que tanto necesito.

Que mi compañía me arde, esa oscuridad atrapada entre mis manos
habré de dejarla fluir en el mar de los sargazos.

Limpio y decididamente amnésico oteare el aire en busca de tus ancestros,
les contare secretos de la guerra…les traeré la paz para que te la susurren al oído.

Que nadie más encuentre la senda, ni mi compañero ni mi conocimiento han de saber de tu guarida mi Luna. 

Te diré que el mar es una balsa de leche, que las ballenas huelen a lavanda cuando se detienen a mirar tu rostro tan sereno, y lloran y gimen por no poder acariciarte.

Te contare que he dibujado tu luz en cada molécula del agua del mar para iluminar los fondos de estrellas marinas.

Cuando deje la montaña, dejare al ser que me habita y devora, dejare el cielo salado, el dolor de mi costado, dejare una flor amarga, dejare el vino a un lado…solo ante tu altar por primera vez mi Luna bella…para acostarme a tu lado, tan solo como he de ser, para ser tuyo para siempre. 


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of  Sinda Mabué)
(texto registrado





martes, 22 de diciembre de 2020

Una canción para querer creer

                     


Una canción para querer creer

(fragmento de mi obra "Los ciempiés dorados")


Una canción para derretir…fundirse,
luz y amistad.

Empieza la noche y mojo el rosario, me resisto a pensar.

Yo quería creer en tantas cosas,
y al final la verdad no se movía de mi lado,
siempre estuvo allí…

Creía en los pardos arboles de engalanada majestuosidad,
pero ellos no me hablaban ya…
Creía en las piedras, antojos de un ser superior
pero su autoridad era incierta…increíble.

Desnudaba mis manos cada atardecer para creer,
descalzaba los pies y los enfangaba con mentiras atroces,
nada era mas cierto que las mentiras que me contaban desde el pozo de los sueños

Solo el amor se desprende de los halitos y fulgores,
solo el amor es verdad inmaculada…

Desde Creta y Mykonos lloran las palmeras mediterráneas,
Estibaliz recita poemas en las ciénagas lacustres,
y los mirmidones escuchan escanciando verdades,
los pies sucios y los ojos detonantes de amor.

Amarillea la sabana entre girones de arboles deslucidos
por las tropelías del leopardo…las ginetas cantan verdades
que jamás creeríamos…salve a la ventana que se pinta así misma
primoroso tesoro de flores verdaderas y antiguas .

Soy renuente a colgar de mi hombro nada que no sea tu verdad,
esposa de amor…feliz sentido de domingo. 
Pero salir a pasear sin tu alivio me produce ardor en las piernas.

Todo nace para mentirme…hierbas y ruedas,
pececillos de arroyo cantando miserias de “Telecinco”.

Sanidad prendida del coro de un telediario cualquiera,
y en cualquier lamento desnudo de vida,
guerras que me ultrajan tu verdad.

¿Querrás contarme un verso para poder creer en algo?

Solíamos recorrer la jungla en una bicicleta con alforjas repletas de ideas extravagantes, 
solíamos pararnos a escribir notas en el envés de las hojas…

Al iniciar el ultimo curso ya habíamos aprendido todo lo necesario, nos dedicábamos a escanciar nuestro conocimiento sobre las cascadas del rio azul.

Los perritos se llamaban unos a otros,
tan delicadamente felices…

Bien, o bueno, todo podría ser,
la oscuridad se hacía severa a las doce del mediodía…
Las mandíbulas nos hacían reír de tanto llorar,
un infierno de credibilidad y todo para nada.

Quizás la última guerra duro demasiado poco,
la sangre no vertida provoca acidez,
pero los perrillos no saben nada de esto,
tu figura tampoco,
pero tu rostro entiende la oscuridad y la transforma en el país que habito tan lleno de tu luz…

A la espera de esta oscuridad llena de luz,
aparcaremos la osamenta bajo la farola ideal…

La brillantez seduce en la soledad. 

Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (Walking in the shoes of Sinda Mabué)
(texto registrado)







domingo, 13 de diciembre de 2020

El habitante de las nubes

 



El habitante de las nubes

(Extracto de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)


Resignado a la molicie sin sentido, 
recogió pertenencias y quehaceres 
y los escondió dentro de una terapia de grupo. 

El aire era estúpido esa mañana. 

El mar era solo un recuerdo de extrañas concordancias luminosas en contraposición con la sublime profundidad del carbón. 

Cada gota de gas, cada burbuja de agua, le recordaban la inestimable ausencia de ausencia, 
cada poro de las estructuras del perro que le acompañaba, le indicaban el camino aéreo que debía recorrer… 

Con cuanta malicia el tránsito aéreo le impelía hacia los arcenes de las cordilleras… 
Las hélices helicopterales le servían de alivio al ánimo del sol, y cuando el globo de las sensaciones meteorológicas le insinuaba un refugio orgánico, se instituía en el santo de las matemáticas esféricas. 


Miles o quizás millones de organismos unicelulares se adherían a su cabello, a las plantas de sus pies…Le hablaban y el se hacía el sordo, y sin gloria se torcía los tobillos  para sentirse mejor que un astrolabio abandonado después de hacer ver las estrellas muertas desde que Ptolomeo y Arzaquiel miraran al éter después de una merienda en los patios de las mimosas y jazmines anochecidos. 


Ibn al-Shatir le enseño a mirar de cinco esféricas formas diferentes lo que siempre había soñado…y entre cúmulos de esporas circulares enveneno las disueltas partículas de las plumas que le llovían desde los planetas de su pasado.


Los yogures serian servidos otra vez mas para precipitarse de nuevo en suicidio colectivo.
Y caer de nuevo:
Sobre los baños turcos, 
sobre las horadadas rocas de la playa, 
sobre Extremaunción y Encarnación, 
sobre los productores japoneses de inmaculados engendros, 
sobre y detrás de la luna llena cuando esta enciende los cabellos, garras y colmillos.
Para caer y desplazar los servicios lácteos en Sudamérica, 
y quizás para llenar por una hora el mar de los cetáceos. 


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
(texto registrado)



sábado, 5 de diciembre de 2020

Holiday in the Lacrima’s City

       


Holiday in the Lacrima’s City

(Fragmento de mi obra Los Ciempiés Dorados)



Rodaban las ciénagas en nuestro destino reciente.
110 días después de la última locura,
volvía a aparecer el fuego durante la noche…
¡Vacaciones! gritaban nuestras entrañas.

La madrugada partió,
las ciénagas  se secarían  al sol de aquella mañana y dejarían paso al camino hacia la tierra del Cisne.

Hermoso y temido lugar para el descanso, 
más no había elección.
El sendero se abría a nuestros paso
y los apéndices que se enrollaban a nuestros pies
no eran obstáculo para la fatalidad de la sangre que se acumulaba en nuestras
sienes…

Hartos de pensar, relucía nuestra armadura soberana,
lacerada por la locura que invadía los rincones más recónditos de nuestros ojos. 

Hartos de pensar, nos entregaríamos al movimiento de la sal que invade el mar
de la tierra del Cisne.


“La Incapacidad de pasear" 

(Katy Trumbull, historia de un ardor)


Me llamo Katy Trumbull. 
Soy nada más y nada menos que una almeja Tapes Decussatus,
soy la reina de los bivalvos, 
pero todos me llaman la Almeja Fina Imperial.

Sin embargo mi pena es tan grande como mi incapacidad de moverme,
porque habéis de saber que a pesar de mi extraordinaria realeza tengo una
gran incapacidad…no puedo caminar,
soy una maldita reina de las almejas,
pero, ¡¡¡ATENCIÓN!!! Soy tetrapléjica…
¿Lo pueden creer?


Mis días se llenan de languidez bajo los 25 cm. del mas salado de los mares, 
y sin embargo no me siento sola,
son muchos los amigos que se acercan a charlar un ratito y me cuentan cosas,
la mayoría estériles. 
Recojo historias y alegrías,
la pena que fluye desde los llorones la filtro por mis valvas.


Tengo un deseo, confieso que me gustaría elaborar esas cositas redondas
que tanto se parecen a ese pequeño planeta.
que algunos amigos me describen de su mundo de origen
¿Cómo me dijeron que se llamaba?,
¡ah, si! Luna, eso es…

Quisiera hacer pequeñas lunitas y lanzarlas al éter
para que alumbren el Cisne, 
porque en mi mundo no tenemos Luna
y me da tanta pena,
tanta como mi incapacidad para pasear.


Mi incapacidad para pasear me da tiempo para organizar mi casa,
limpio todo lo que encuentra a mi alcance.
¡¡¡al cielo a través de la hacendosidad!!!
dirían los monjes trapenses.

Pero a mí que mas me da el cielo, mi cielo se
cubrió hoy.


Prelude Chopin N.º 4

(Katy’s Trumbull Song)”


Sol que me haces mirar más allá.
Sol enciende de una vez mi revolución,
trastoca este mundo de sombras humanas,
dame la señal de un cambio,
como la flor del granado quisiera ser, 
para cambiar en el fruto de sonrisas frescas
y deshacerme en el bosque de la boca que ame.


Sol conviérteme en la fábrica de la transparencia, 
vida transparente que haría gustosa….cada día un poco
cada día una vida nueva que quiera vivir.


Para vivir solo habría de esperar ser semilla, sueño sigiloso, shhh
Una vez devuelta en la vida, cazaría seres de mirada atenta, 
milagros de la concentración.
Los mediría y clasificaría,
les daría todo el tiempo del mundo para hacerme ser...
les pondría nombres, Azucena, Caléndula, flor de Esparta…


Llevaría mis presas a algún cine,
les contaría la película con el lenguaje de gestos,
solo para comprender lo inútil de mi explicación…


Pero son tan útiles mis presas.
el amor flota en cada una de sus prendas.
El amor que sostendría mi aliento. 


Sombras redondeadas

Mi cielo se cubrió hoy con polietileno expandido,
desastres que algunos llorones dejan a la deriva en mi mar.

Este en particular, se instalo a modo de tejado…
cielo de gránulos blanquecinos escoltado de peces engañados.


La bahía se dormía entre los lamentos de las olas gises del atardecer. 
Los llorones habíanse marchado al despuntar la primera estrella. 

Escuchaba los fragores de una lejana tormenta
que hacia mas silenciosa la soledad,
entre las sombras de aquel mar,
la noche, el deseo y la maldición invadían los parámetros salinos de mi hogar.

Un brillo repentino me saco de mi estupor,
y entonces vi la maravilla sobre mí…al alcance de mis manos,
(si hubiera tenido manos),
se encontraba una Luna de plata,
con su hermosa carita mirando hacia infinito azul que se imponía desde el cielo
carbonizado por el deseo de ser luz.



Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
(texto registrado)







INFUNDIBULUM, CRONO, SINCLASTICO

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