El pan ya está en el horno,
se dora, se tuesta…
las raspas, la piel
bronceada de sal, el perfume del mar
y Marsella, como quien no
quiere la cosa
se desploma de salud en las
cocinas y en las bullabesas.
Dos minutos más tarde, entro
dios por la ventana,
dio el toque de gracia, la
bullabesa se puso en pie
y canto la canción de
Gardel…
humo de cigarrillos en la
tarde de mi amigo Manuel.
Mi Buenos Aires querido,
cuando yo te vuelva a ver…
Ponchos de mejicanos en la
esquina,
Barcelona se frota los ojos de envidia…
toca la guitarra el
“Page”…el Starway” otra vez.
Trotaba por las calles de
Marsella, oliendo el pescado de la bullabesa,
relataba viajes a los
mendigos, y les hacia participes de la naturaleza.
Les contaba del Machu Pichú
sagrado y de glaciares como espejos iluminados,
me miraban indignados ante
tanta belleza descrita…era el tiempo de las cerezas.
Canción que resuenas en el
oído discreto,
canción que mira al cielo
con ojos de infierno,
relato de quehaceres de
cocina, de guitarras y bandoneones,
Debo salir a buscar el aire de Marsella…
pero habré de esperar a que termine mi bullabesa.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(Texto registrado)