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martes, 22 de diciembre de 2020

The Golden Years

 

            
            

Parque de la 93 Bogotá Colombia

Los años dorados


Paseando por el Batan la lluvia era miel en tus ojos .

¿Dónde estamos ahora?

La nube de la memoria deja el sol detrás, 
y en el viejo puente de la 127 mi corazón se abrió

La sangre teñía el Transmilenio.

¿Dónde estamos ahora mi amor?

La canción no es la misma ahora, 
pero el sentimiento es mas presente que nunca .

Por Chapinero corría la multitud,
y tu, quieta sobre el asfalto
diríase que levitabas de amor…mi amor

¿Dónde pudo quedar aquello?

Pero aquello esta aquí, ahora encerrado en el secreto que amamos mi amor

¿Dónde estamos ahora…mi amor?

Que la noche nos encuentra jugando en la niebla,
contando los días para el regreso 

En el parque de la 93 había una ilusión en cada árbol. 
Docenas de fieles rezaban en el altar,
y tu ofrecías el ritual del amor en mi honor

¿Dónde estamos ahora?

Como siempre habitando nuestros corazones 

Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Mon Gessami)
(texto registrado)








Hielo derramado

 


Hielo derramado


Llévame al hogar
donde la lluvia empapa las paredes de hielo. 

Derrámate en mi corazón como la lluvia inunda mi cólera
y pueda despertarme en esta cama habitada por tantos fantasmas
húmedo de tus besos y caricias .

Llévame de vuelta al mundo jazmín. 
Sírvete de mi en toda mi plenitud.
Llena mis arterias con tus espejismos.
Seduce el camino de vuelta en cada recodo.

Cada piedra que encuentro
la envuelvo en papel de felicitaciones.
La entrego en Correos a direcciones que solo tu sabes
para recibirlas cuando menos lo espere.


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Mon Gessami) 
(texto registrado)





Una canción para querer creer

                     


Una canción para querer creer

(fragmento de mi obra "Los ciempiés dorados")


Una canción para derretir…fundirse,
luz y amistad.

Empieza la noche y mojo el rosario, me resisto a pensar.

Yo quería creer en tantas cosas,
y al final la verdad no se movía de mi lado,
siempre estuvo allí…

Creía en los pardos arboles de engalanada majestuosidad,
pero ellos no me hablaban ya…
Creía en las piedras, antojos de un ser superior
pero su autoridad era incierta…increíble.

Desnudaba mis manos cada atardecer para creer,
descalzaba los pies y los enfangaba con mentiras atroces,
nada era mas cierto que las mentiras que me contaban desde el pozo de los sueños

Solo el amor se desprende de los halitos y fulgores,
solo el amor es verdad inmaculada…

Desde Creta y Mykonos lloran las palmeras mediterráneas,
Estibaliz recita poemas en las ciénagas lacustres,
y los mirmidones escuchan escanciando verdades,
los pies sucios y los ojos detonantes de amor.

Amarillea la sabana entre girones de arboles deslucidos
por las tropelías del leopardo…las ginetas cantan verdades
que jamás creeríamos…salve a la ventana que se pinta así misma
primoroso tesoro de flores verdaderas y antiguas .

Soy renuente a colgar de mi hombro nada que no sea tu verdad,
esposa de amor…feliz sentido de domingo. 
Pero salir a pasear sin tu alivio me produce ardor en las piernas.

Todo nace para mentirme…hierbas y ruedas,
pececillos de arroyo cantando miserias de “Telecinco”.

Sanidad prendida del coro de un telediario cualquiera,
y en cualquier lamento desnudo de vida,
guerras que me ultrajan tu verdad.

¿Querrás contarme un verso para poder creer en algo?

Solíamos recorrer la jungla en una bicicleta con alforjas repletas de ideas extravagantes, 
solíamos pararnos a escribir notas en el envés de las hojas…

Al iniciar el ultimo curso ya habíamos aprendido todo lo necesario, nos dedicábamos a escanciar nuestro conocimiento sobre las cascadas del rio azul.

Los perritos se llamaban unos a otros,
tan delicadamente felices…

Bien, o bueno, todo podría ser,
la oscuridad se hacía severa a las doce del mediodía…
Las mandíbulas nos hacían reír de tanto llorar,
un infierno de credibilidad y todo para nada.

Quizás la última guerra duro demasiado poco,
la sangre no vertida provoca acidez,
pero los perrillos no saben nada de esto,
tu figura tampoco,
pero tu rostro entiende la oscuridad y la transforma en el país que habito tan lleno de tu luz…

A la espera de esta oscuridad llena de luz,
aparcaremos la osamenta bajo la farola ideal…

La brillantez seduce en la soledad. 

Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (Walking in the shoes of Sinda Mabué)
(texto registrado)







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