Vestido de hombre rana
me fui a torear por esas plazas desiertas.
Pero como soy torero económico,
me dedique a bailar al son de los tambores.
No se bailar, así que fui a retumbar ante las puertas del infierno.
Hasta que el propio Belcebú me distrajo con cuentos sobre pterodactilos volando envueltos en luz de luna.
Salí de aquel infierno dispuesto a conquistar esa gran piedra redonda.
Esperé al primer día color melocoton para freír mi piedra.
Ya no sabía a pis de gato, ni alcanzaba de degustar ese fondo como a frutos rojos y tabaco.
Decidí empuñar mi navaja de papel y escribir con lápiz y tinta el último inventario.
Luego enterré la navaja en mi pecho,
y espere que a la pura nieve rociara mi rostro .
Volvió la niebla de locura de mis tiempos pasados.
La insurrección volaba por mis venas como un llanto de pasión descarnado.
Me convertí en un pájaro de barro haciendo nido en el tejado de una tal Montserrat.
Una rosa de Alejandría se abrió para mí, y entonces volví a navegar por aquel mar antiguo de color malva, salpicado con los islotes de mi páncreas vetusto y desalmado.
Una verdadera odisea plena de aventuras para poder llegar de nuevo al locutorio en donde diálogo con Valentín, Cupido...o como diablos se haga llamar ese pequeño dios del amor que brota de mi sangre para tu sangre...otra vez y de nuevo en este día de San Valentín.
Te amo mi Chella
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
Con la inspiración de los textos y canciones de Quini Portet y Manolo García
(Texto registrado)