Oia las voces, le llegaban tras leguas y leguas, por senderos inciertos, de memoria incierta.
Le hablaban del viento del norte,
de misterios antiguos,
frios como el olvido...
El ignoto olvido.
Le hacian recordar,
otra existencia vivida,
en la esencia del fuego,
y la nieve derretida.
Creía recordar,
como destellos,
de memoria lucida,
tardes frescas,
como recien hechas.
Ella sentada en la fragante hierba,
con flores en el cabello,
el con semblante adusto
y el ceño fruncido.
Le contaba historias imaginadas,
de otros paises.
“Hoy te contare la historia Nevié”
le decia.
Y comenzaba asi:
“Teniamos una hermana blanca, mas blanca que lo mas blanco que jamas haya exsistido.
Era la mas pequeña, y la mas seria. Nos miraba cuando jugabamos, con la mirada ausente.
Nosotros le cantabamos.
🎶"Nevié, es pequeña y blanca, pero aun no tiene senos, y quizás jamás los tendrá"🎶.
¿Que haremos con nuestra pequeña hermana,
cuando vayamos a la fiesta?
Nevié nuca fue a ninguna fiesta, jamás aprendió a bailar.
En el cementerio más blanco descansa su palidez inmortal....
Pero en las noches de luna llena, el alma de Nevie regresa para aprender a bailar...
con el canto del grillo, la música del búho, y los aullidos del lobo.
El canto de los solitarios que murieron sin haber vivido.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(Texto registrado)