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miércoles, 21 de febrero de 2024

Tōrō nagashi (El jarrón que un buen día te regalo tu tía Amelia)




Tōrō nagashi

(El jarrón que un buen día te regalo tu tía Amelia)


La verdad me mentía.
El hierro que debía de sacar de mi vida
me hacia sangrar todavía.

Deslizaba el auto estropeado por la acequia un centímetro cada día.
Veía como las aves del amanecer espiaban desde el cenit
el desconsuelo de tanta falta de armonía.

Agosto llega, como llega la herida, siempre en verano...
Cuando las ausencias se recrudecen,
y los Martinis en las terrazas prosiguen con su estúpido monologo.

¿Cómo despedir lo que no marcha?
¿Cómo satisfacer las deudas de una soledad mal encarada?

Cada vez que me encuentro cerca del anaquel,
mi carne se vuelve traslucida,
como traslucido se vuelve el jarrón que un buen día te regalo tu tía Amelia.

Observo como respiras,
yo te doy mi escaso aire

Escucho como me gritas,
yo te doy mi aliento, mis dientes y mis labios.

Formas palabras que solo mi fantasma reconoce.

Un día de agosto me pediste un remanso de paz en el estanque,
el mismo en donde jugabas con los peces hambrientos de hambre.

Me pediste dejarte flotar mecida por el viento de aquel verano incrédulo.
Al anochecer encendí la lampara de tu vida,
y te despedí en aquel O-bon tan íntimo y nuestro.

Observe el anochecer,
tu luz fundiéndose con las estrellas,
mientras tu tía Amelia llora en la distancia,
y su jarrón languidece de nostalgia.


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of  The Ghost of the Shelf)
(texto registrado)






jueves, 17 de diciembre de 2020

Xinda-vi




Xinda-vi

(El jarrón que te regalo tu tía Amelia 4)


Buenos días Xian ¿en que pasillo tenéis las lupas? 
¿En el 13? Gracias

Compré una excelente lupa de manufactura china en mi bazar predilecto el Xinda-vi.
Y armado con este poderoso lente regresé a la casa
como si fuera una recreación patética de Sherlock Holmes.

Con mi nueva y reluciente lupa empecé a escarbar debajo de los muebles del recibidor, luego pase al salón, 
busque entre los cojines, 
debajo del aparador. 
Escudriñe toda la casa de arriba abajo.

En una cajita que también  compré en Xinda-vi,
fui depositando todos los trofeos que tu vida fue abandonado. 

A saber:

77 cabellos
4 clips
18 restos de uñas
El pendiente diminuto por el que tanto lloraste cuando lo perdiste. 
Me decías que era regalo de tu primera comunión.

Sigo:

3 gomas para sujetarte el pelo.
Una curita redonda, 
la que me pediste aquel día para cubrirte un uñero.
Y por último encontré detrás del armario del cuarto de invitados 
un folio en donde te escribí aquel poema en el que te hablaba de una nueva vida junto a ti.

Todo lo fui depositando en la cajita del Xinda-vi.
Pero no supe que hacer con ella después. 
Pensé en el final de aquella peli que tanto nos gustó "In the Mood of Love" de Kar-wai. 
En la que el protagonista encerraba su secreto 
en las ruinas de un templo de una antigua ciudad. 
Pero tengo tantas ruinas que no sabría por cual decidirme.

Fue entonces cuando pensé en el jarrón que un buen día te regalo tu tía Amelia.
Cuando fui a guardar en el jarrón mi cajita, 
por instante me encontré con la verdad Margarita, 
tu nunca te fuiste, 
ahora vives entre las cenizas que reposan en el jarrón que un buen día te regalo tu tía Amelia.

Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(Texto registrado)









sábado, 28 de noviembre de 2020

The vase your aunt Amelia gave you 3



The vase your aunt Amelia gave you 3

El JARRÓN QUE TE REGALO TU TÍA AMELIA 3


Un nuevo Domingo,
dejo atrás seis días que son como seis dagas de hielo.

Un nuevo festín dominical sentado ante un altar sin dioses que lo iluminen.

¿Qué reserva la próxima colección de cuchillos y maquinas de cortar?

Antes de levantarme en este festivo inactivo
volví a soñar con estelas en el cielo,
cada estela era un sendero
por el que deambulaban recuerdos de otros domingos

Ahora colecciono senderos perdidos en la memoria,
los guardo en el anaquel en donde pusiste el jarrón que un buen día te regalo tu tía Amelia,
cerca de la vasija en la que aguarda la esperanza de un cielo en el que todos los cuchillos se conviertan en Domingo.

Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(texto registrado)


lunes, 26 de octubre de 2020

The vase your aunt Amelia gave you 2

 



The vase your aunt Amelia gave you 2

El jarrón que te regalo tu tía Amelia  2

prefacio:

Se perfila a y se acicala la noche,

espera  la saquen a bailar.




 Pero de madrugada está oscuro, y sus labios recién pintados no lucen.

 Yo tampoco luzco muy bien esta temporada.


Estoy adherido a las vigas de la casa, soportando un peso que dobla los huesos.

Pero hace tiempo deje de sentirlos, desde que me fosilice.

La muchacha que limpia la casa mira hacia el techo y me hace señas de complicidad. 

Espera el final de su jornada para adherirse a su propio cielo.


Millones de almas pegadas a lo más absurdo para evitar salir disparadas al éter nocturno.


Algunas se pegan y apegan a otras que no tienen más remedio que aguantar el tipo.

 A estas las admiro, y tal vez envidio...


En las molduras de este techo organizo concursos de velocidad con arañas indolentes.

De premio doy vacaciones a Ecuador... que sinfonía de estupidez.!!!

Quizás un día debería salir al patio a refrescar ideas y conceptos... un día, quizás.

 Y quizás aprovecharía  para cambiar el agua del jarrón que un buen día de mayo te regaló tu

 tía Amelia.


epilogo:


Una casa vacía...es un templo al desconsuelo


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(texto registrado)









The vase your aunt Amelia gave you

 




The vase your aunt Amelia gave you

El jarrón que te regalo tu tía Amelia


El mango de mi sartén se adhiere a mi mano.
Lentamente hago deslizar el aceite caliente sobre un agua abandonada en la pila.

Ahora me sumerjo en la clara niebla de este vapor de agua atroz.

Te acuerdas de aquel vestido de flores amarillas?
Anoche lo encontré de nuevo.
Las polillas están bien alimentadas, y yo muero de hambre un poquito más.

Lentamente extendí tu vestido sobre la cama... empecé a recitar un antiguo sortilegio.
Dieron las 10.32 de la mañana...
Era jueves santo...pero no me sentía santo...ni tan siquiera mártir. Tan solo era azul.
Las 13.45 del mediodía...y tu vestido está ausente de nuestra cama...ausente el calor, el color cálido, ausente la memoria.

Ya no puedo recordar tu delgado perfil entre la niebla gris que surca el salón comedor...pondré las flores amarillas en el jarrón que te regaló tu tía Amelia.

Ahora estoy levitando sobre esta estera roja que compraste en el mercadillo de los sábados aquel otoño luminoso.

 Mientras mis manos tratan de agarrar el aire, buscando un recuerdo con el que alimentarme...tengo tanta hambre de vida.
Por favor devuélveme las llaves de mi Ferrari, si, de ese, el que nunca tuve...
Gracias. 

Y ahora, si eres tan amable regálame tu vestido, mientras pongo más aceite a calentar,
 y le cambió el agua al jarrón que te regaló tu tía Amelia. 

Un nudo en la garganta
Una inmensa grieta en el dique de las lágrimas atesoradas


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty

(texto registrado)





INFUNDIBULUM, CRONO, SINCLASTICO

  «Ahora todos saben cómo encontrar el sentido de la vida dentro de uno mismo. Pero la humanidad no siempre fue tan afortunada. Hace menos d...