Tōrō nagashi
(El jarrón que un buen día te regalo tu tía Amelia)
La verdad me mentía.
El hierro que debía de sacar de mi vida
me hacia sangrar todavía.
Deslizaba el auto estropeado por la acequia un centímetro cada día.
Veía como las aves del amanecer espiaban desde el cenit
el desconsuelo de tanta falta de armonía.
Agosto llega, como llega la herida, siempre en verano...
Cuando las ausencias se recrudecen,
y los Martinis en las terrazas prosiguen con su estúpido monologo.
¿Cómo despedir lo que no marcha?
¿Cómo satisfacer las deudas de una soledad mal encarada?
Cada vez que me encuentro cerca del anaquel,
mi carne se vuelve traslucida,
como traslucido se vuelve el jarrón que un buen día te regalo tu tía Amelia.
Observo como respiras,
yo te doy mi escaso aire
Escucho como me gritas,
yo te doy mi aliento, mis dientes y mis labios.
Formas palabras que solo mi fantasma reconoce.
Un día de agosto me pediste un remanso de paz en el estanque,
el mismo en donde jugabas con los peces hambrientos de hambre.
Me pediste dejarte flotar mecida por el viento de aquel verano incrédulo.
Al anochecer encendí la lampara de tu vida,
y te despedí en aquel O-bon tan íntimo y nuestro.
Observe el anochecer,
tu luz fundiéndose con las estrellas,
mientras tu tía Amelia llora en la distancia,
y su jarrón languidece de nostalgia.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of The Ghost of the Shelf)
(texto registrado)
Me pediste dejarte flotar mecida por el viento de aquel verano incrédulo.
ResponderBorrarAl anochecer encendí la lampara de tu vida,
y te despedí en aquel O-bon tan íntimo y nuestro.
Observe el anochecer,
tu luz fundiéndose con las estrellas,
mientras tu tía Amelia llora en la distancia,
y su jarrón languidece de nostalgia.
Yo no lo podía haber descrito mejor la sensación que se ha de tener cuando recuerdas a un ángel querido...Me encanta Ortunyo querido!!!