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domingo, 27 de diciembre de 2020

A UN AMIGO MUJER

 

                                                


A UN AMIGO MUJER


Eleuterio Martínez de la Merced
un ángel con alma de mujer, 
presta su servicio en un hotel
mondando papitas y tronchando lechugas por doquier. 
De la cocina es el rey, 
pero encerradito cada día hasta el amanecer.

Mi chiquito amigo extraviado en una hombría que no quiere ser. 
Arrebolado si le miran, 
desasistido si no le aman, 
que sufre por un querer.
Un cariño que se le escapa
por que va envuelto en un traje que no le va bien .

Y así le pasan las horas soñando con un amor mientras adereza un jurel,
y se derrite si le cambia la cara la mañana, 
y un día le salen los colores al atardecer
por que nunca pierde esperanzas
entre burlas crueles que no entienden su alma de mujer.


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(texto registrado)






En un planeta pequeño

 

EL PRINCIPITO de ANTOINE DE SAINT-EXUPERY

En un planeta pequeño


Grullas en el aire ríen con el viento, 
perezosas en su elasticidad
como imanes de todo lo que tiene gracia
mirando como este pequeño planeta baila indulgente.

Mira como se desarrolla el universo a tus pies,
cabalgando en  las nubes te estoy imaginando,
con tus manos alzadas para sentir mejor el viento,
y tus ojos bien abiertos, y los labios sonriendo

Para que no te quede rincón por visitar
te llevaste los mejores planos, 
y una condición sin igual de mujer exploradora, 
mujer indómita para ejercer tus libertades. 

No te espero despierto, prefiero el sueño,
y al despertar te observare en mi café
entre terrones de azúcar me abrevio
entre transparentes planetas me alivio.

Y cuando vuelvas encontraras tus muebles idóneos, 
tus vajillas lustradas, y tus suelos encerados.

Reconóceme y siénteme,
hazme el amor, 
ese amor que aprendes en tu vuelo

Y si tienes que volver a marchar, 
ve con la moral alta, 
que tu lugar yo lo cuidare,
que tu lugar es mi lugar,
un descanso prolongado donde soñarte.

Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Mon Gessami)
(texto registrado)



CANAL DEL MEDIODIA


Puerto del canal del mediodía en Castelnaudary, Francia

CANAL DEL MEDIODIA 

(el sueño de Castelnaudary)


Abro mi pequeña ventana móvil de este pequeño sueño con ruedas
cuando necesito presentir este día frio,
y el cielo es solo un lienzo para que pueda dibujar el sol. 

Abro mi pequeña ventana y deslizó la mirada en este canal de ensueño,
donde la magia de Castelnaudary se hace realidad,
un pedacito de esta maravilla para mi deseo. 

Creo que debería perderme por este camino que ríe, 
y que me llevara a su precioso puerto de este rio canal.
Ruedas de bicicletas...ruedas que ruedan en mi corazón...
Canal del Mediodía, que canta su melodía en mis asombradas pupilas 
majestuosa presencia de un espíritu afín

Quizás en sus callejas imperturbables encontraré algo de la paz que mi ánimo persigue...
Quizás el aroma de la “cassoulet” me convide a vivir en mi paladar
O quizás reciba un saludo de los ánades y cisnes en esta orilla que limita el mundo real
con el paraíso que siempre quise encontrar...


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in  the shoes of Sassenach)
(texto registrado)



Los ciempiés dorados

 

                   


Los ciempiés dorados

(fragmento de mi obra "Los Ciempiés Dorados")

Prefacio:

En donde la niñez crea sus fronteras.

En donde la estulticia de los adultos olvida su infancia.


***************

Le daban un sentido de tonos de otoño,
solían sumergirse sin cautiverios en la frondas más esponjosas,
donde la naranjas nunca verían el sol,
donde los ciervos hacían el hogar de la Luna.

Solían hacerse el muerto en los prados
solo para captar la microscópica esencia de ver crecer la hierba,
tan ajenos a la huella de los gigantes como solo están los ciempiés dorados.

Dirigían las miradas a los senderos de flores,
normalizaban los refranes,
sentaban la cátedra en el suelo para que sus extremidades doradas
no sufrieran de desconciertos.

Las huellas se sucedían despacio
primero 10 luego 40 y así hasta 100,
los mirtilos se desmayaban a su paso,
tan exasperados estaban de su colgadura mística.

Las frases de amor ya no se suspendían de los labios,
se esponjaban en cada mirada,
solo los ciempiés dorados entendieron la vocalización de las saxífragas
cuando comentaban los orígenes del amor…su amor…su hermoso amor…

Los dorados ciempiés miraron por última vez los jardines de sus sueños,
y fueron felices con el aletear de sus risas,
allí donde el norte surco su desfallecimiento.



Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
(texto registrado)



INFUNDIBULUM, CRONO, SINCLASTICO

  «Ahora todos saben cómo encontrar el sentido de la vida dentro de uno mismo. Pero la humanidad no siempre fue tan afortunada. Hace menos d...