Si, soy un perdedor... Pero hoy no te quiero hablar de mí, o bueno, quizás sí.
Un día harto de perder en tres dimensiones,
probé la cuarta dimensión. Nada de perder longitudinalmente. Nada de perder latitudinalmente. Nada de perder en lo profundo.
A partir de ahora perderé mas allá de cualquier talento geométrico en 3D.
Probaré a perderme en una orilla de cualquier pensamiento... Y recogeré las flores marchitas,
para regalárselas a doña Anita,
la dueña de la administración de loterías de la calle del Clavel.
Probaré perderme en un antro de absenta... Y utilizaré el color verde para mí capa de pesadumbre y "stress" ( en mi caso "sdoss")...
Nada de formulas trigonométricas en donde flotar libre del influjo de la suerte... Una merienda sin vino ni uvas en la ladera de un volcán en llamas...
y una moneda que siempre me ofrece cruz...
Nada de carreras de fondo, en donde el pódium llora amargamente por mi ausencia... Mejor perder en la fila del supermercado de la suerte...
Mi mala suerte...es mi única suerte.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Petunia Peres "Pepe")
los saltos y cabriolas, las crines libres al viento, nuestros cascos brillando en la oscuridad antes del alba, la locura atesorada en las pupilas, alas en el corazón en la llanura de la meseta lunar, en el estanque de plata, la alta hierba,
y el bosque de las bayas blancas,
tan hermosas como prohibidas.
El día del dolor llego una de nuestras patas eligió rebelarse.
Ya no habrían mas galopes colina arriba
para llegar al estanque de la Luna y adorar su brillo de nácar.
Ahora trabajamos cosidos a una carreta junto a otras patas dolorosas.
Cada día el mismo trayecto abyecto junto a otras crines deslucidas. Cada día la rutina comprando tickets para ir no sabemos donde.
Y aun así seguimos soñando con el bosque de las bayas blancas. Y aun así soñamos con su sabor prohibido y peligroso.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Petunia Peres)
Mis palabras son solo el eco del segundo en el que lo dije todo.
Desnudo entro en los bares para dedicar mis elogios a las telarañas que emergen bajo las sillas. Reconozco el desastre de mil vidas vertidas sobre mi cabeza, y ésta a su vez solo ha de tener la conciencia del único cabello que ha sido vencido, y que maltrecho, camina despacio al encuentro de las telarañas que infectan las mil vidas que sueño cada instante.
Mis silencios son una jauría de pensamientos encerrados en una boca desdentada preludio de la sequedad del rio. Y al salir de los bares dejo el aroma del fracaso,
dejando mi desnudez vestida con los harapos de la mediocridad. Y así, pulcramente alineado,
saludo a las palomas que descienden de su vuelo para santificar el limo de la ciudad con excrementos,
como si fueran un premio otorgado para esta nueva paz que yace arrinconada detrás de los coches,
las bicicletas,
la faldas de la abuelas
y las trenzas de las niñas de los párvulos...
Y ahora tal vez solo me quede dar las gracias.
Gracias de corazón…
por nada.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (Walking in the shoes of Petunia Peres, alias Pepe)