Maureen O'Sullivan en las Selvas del Abandono
Maureen O ‘Sullivan desnudo con acierto los corazones de las monas,
pero la cansada agonía de su corazón la invitaba al sueño.
Las noches en las selvas no están desprovistas del glamour de las ciudades,
pero los retratos con Johnny son el cordial que necesita para afrontar
el próximo día entre las monas del color de la angustia.
¡Pero espera! se escucha el canto que adorna la aurora…Desiré entona la oda
del recuerdo:
Viejos lagartos de goma (Poema de Desiré)
Desde que dejaste el río y el marsufro en la estera del verde inmaculado.
Soñaba con la eternidad entre lianas y cocodrilos de goma.
Soñaba con la calidez y el frio de la lluvia de la tarde.
Soñaba compartirte la mochila que lleve.
Pero desististe Johnny querido…mi tormento esta en el filo.
y ahora he de quedar entre amigos muertos, y risas desnudas,
he de alimentar caracoles, y esfuerzos por caminar más lenta que ellos.
Oídme ¡oh! selvas de material muerto.
Oídme y dejadme navegar como antaño entre los arboles impacientes,
que negro es el pasado entre los leones que devoran tu recuerdo.
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Al despuntar el amanecer Maureen se enojó con los vientos.
Estos habíanle dedicado una sonora pesadilla esa noche,
y el viento ingrato la arremetía sin compasión entre las ramas del árbol del hogar.
Las monas fueron llegando, algunas cabalgaban unicornios,
otras más desafortunadas, eligieron el pequeño clavecín con ruedecitas
Aún y así, Maureen era capaz de extraer el sonido más peculiar que jamás se escucho en la foresta azul del olvido…
El olvido que sentía Monnalisa entre la niebla azul de New York City…
Maureen relata otro cuento a las monas
Mona Lisa
El dia en las ciudades suele ser rojo, pero las nieblas dan suavidad...igualan,
había llevado a New York City…
El Louvre era el escondrijo perfecto siempre que quieras que te miren,
pero que no sepan lo que piensas.
Pero lo que pensaba Mona Lisa lo enmascaraba
detrás de su famosa sonrisa.
Los más famosos psicólogos habían explicado el por qué de su problema,
Aquella noche decidió ser el ser otra vez,
ser la luz de Leonardo,
en donde el aire fuera deseo de nuevo.
Estudio los accesos de la puerta de embarque,
Mona Lisa se mojaba,
cuando comprendía que Leonardo había cambiado,
no la miraba ya,
solo la trazaba de nuevo con infinitas nuevas formas
¿Donde estaban las noches de ordalía y pasión?
¿por qué los juguetes de pantallas y teclas
que jamás de atrevió a imaginar?
Delante de la frutería dedico un tiempo a conversar con tres mandarinas inéditas…
Corazones de la más pura miel (canción de las mandarinas)
El dolor es tener el interior repleto de acidez,
el dolor es tener ausencia de miel.
Cáustica es la adrenalina que nos conmueve,
los versos más deliciosos que entonamos
El dolor es no tener el corazón presto
El dolor es tener la más terrible de las amigas.
Saber el vocabulario de los panteones
El dolor está en el interior,
El sueño migrará,
Llenaremos nuestra vacía cáscara con la miel que derrite tu abandono.
Y así jugaremos de nuevo con las risas y con las alondras que te pertenecieron.
Fin del cuento
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Volvió el silencio,
Maureen O ‘Sullivan escondida entre los helechos recuerda el amor…
las monas se reúnen en la frutería,
se enfrentan al dilema más importante de cualquier ser inocente.
La desgracia cognitiva se ha derramado una vez más,
la sangre de la estupidez esta reseca ya.
Y así, bajo el juicio pesado de la sabiduría, ésta olvida, porque sabe.
Canción de Desiré
Canción del sentido y del vuelo
Esta la siembra alistada, la carencia honesta.
Esta el hormigón reblandecido,
Esquemas y desórdenes adormecidos.
Sentimos la medalla alcanzada con tanta dedicación,
que se clava entre nuestras uñas.
Con fuerza la queremos arrancar,
las sangres blancas se llenan de gozo oxigenado.
Revistas de corazón, que tan abstractas son,
como somos nosotras ahora.
fuego que nos mira y no ha de ardernos.
Santa resistencia,
pájaro de santo linaje que llora tu ausencia,
versos que se escapan, que van de crucero a las islas Aleutianas,
y nos envían postales de bellas palmeras ,
nos escriben escépticas,
pero con la vida escapándose por estar junto a ti.
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Casi sin saber cómo fue, los años se sucedían en la casita de las Selvas del Abandono.
Desiré contaba ya cuarenta y tres años,
y el tiempo la había convertido en la reina de las monas.
Pero la vejez ya le tendía trampas en cada rama y liana.
Las noches eran escalofríos sin luna,
pensar en levantarse era la heroicidad más desangrante,
pues sus miembros desobedecen.
La alegría de la muerte era el arrebato más conmovedor que Maureen se atrevió jamás a imaginar,
cuando pensaba en su nueva e inminente soledad
que la asolaría cualquier mañana de esas.
Era tal el cariño que Desiré le profesaba a Maureen O ‘Sullivan,
que constantemente pedía paciencia al viento
que desbroza las vidas, por no dejar a su querida compañera.
Maureen O ‘Sullivan termino aquella mañana su última obra de bricolaje,
una preciosa ventana pintada en rojo.
El almanaque fue lo primero que suicidó…
Luego las palmeras, los retales del calzón de Johnny,
la miel de la última cosecha…
Un pequeño botecito de crema antiarrugas que Cheeta utilizó en sus años en New York.
El diploma de graduación del pequeño Boy.
Poco a poco fue despachando trocitos de vida,
lanzando por la roja ventana segmentos de ilusión,
es purnas de cielo, minutos de pasión,
Canción
Un anaquel, un estante, la primavera,
el duelo también…
el sacacorchos de la alegría...
el metal de la ruedas que chirria en esta selva gris…
Pero la ventana me da fuerzas.
La inmortalidad es una idea terrorífica.
El rojo me devora los registros…
y el caos se acumula a los pies de mi casa
Desiré ya no está más…
y el mundo no está demasiado contrito…
el recuerdo esta marginando las flores,
su realismo me invita a la reflexión.
Destrozare ahora la ventana roja,
y mirare a la soledad cara a cara, una vez más.
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Aquel dolor tan extraordinario le enriqueció la síntesis de sus pasadas alegrías.
La inútil delicadeza de la muerte era causa de reflexión continua.
Tanta soledad, y tanto mal sin querer realizarlo.
Tanta majadería que tiene la vida,
para terminar anclada entre las ramas del espíritu de la foresta.
Y aun así el esperar las visitas que pronto atolondrarían a las monas que furtivas la observaban,
la dejaban ingrávida.
Boy llegaría mañana y Cheeta el siguiente mes…
Los fantasmas que regentan recuerdos,
ya habían aparecido esta mañana,
y el siguiente relato germinaba en su aliento…
una tierra huérfana de amor…
lágrimas vertidas sin cesar entre las nieblas del mar,
el cielo que se abre turgente para dejarnos ver la Tierra del Cisne…