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miércoles, 25 de noviembre de 2020

Baby Blue



Baby Blue

Canción para ti, para cuando nos vayamos de aquí. Ojalá que sea pronto y te haga bien.


Todo esto habrá de acabar algún día,
es mejor agarrar lo que puedas ahora.
El resto deséchalo en alguna cuneta cerca del cementerio,
los muertos pueden hacerse cargo.

Nadie se acordará de nosotros aquí
cuando la tarde sea gris,
y el horizonte grite al ponerse el sol.

Cierras la puerta tras de ti y si la calle se te viene encima,
siempre será mejor abrir los ojos, dejar que los vagabundos a tu derecha te acompañen a donde nadie sabe ir.

Todo esto terminará algún día y no quedará nada aquí para ti,
ni si quiera aquella lágrima furtiva que solías derramar.
Solo el polvo seco de ayer y la futura promesa de un adiós flotando en el aire gris de la tarde que fluye de ti.

Nadie sabrá más de nosotros
cuando la tarde se vuelva gris
y el horizonte grite al ponerse el sol

Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(texto registrado)




Dulce Bailarina

Danzarina en blanco y negro de Alejandro Salas Machuca


Dulce Bailarina

 

Dulce bailarina
destilando suavidad,
inmejorable doncella
al abrigo de cualquier sospecha

Pequeña niña
de tules vestida.
Tu amor no destiñe,
impolutamente perfecto
y siempre correcto

Te deslizas en silencio
en mi conciencia
y me das tanto
que no me podre contener,
tan rebosante de caricias estoy.

Vienes sin invitarte
pero te haces la reina
de todas las fiestas.
Tu luz enciende el mito
y un segundo, con tu magia me completas.

Si estás, todo es mejor
pues inadvertidamente
me colmas de amor.
Solo cuanto no te siento,
de nostalgias me lleno por dentro.

Dulce bailarina
que tejes en mí
la lluvia con tu danza.

Pequeña bailarina
que sin ser de oro
vales mucho mas.


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (Walkin in the shoes of Mon Gessami)
(texto registrado)



Mi mano derecha

Mi mano derecha


Sigo destruyendo mi mano derecha, lastimada de amor
Deseosa de la izquierda, los tobillos se desnudan y tiemblan en pertinaz silencio…

La nariz se inquieta ante el vuelo de mi mano derecha,
quizás estoy obligado a reñir con el dios vertedero.

Pero detrás y sigilosamente hay una puerta cubierta de musgos,
y docenas de envases cristalinos vacíos y abandonados,
la guarida predilecta a la que me asomo en esta noche de linternas sin pilas…

La cena está olvidada en la esquina derecha de la mesa, al alcance de mi mano diestra.

Mi mano derecha solo exprime ilusión,
exprime el ultimo año entero…un día de estos lavare el calendario mi amor,
devolveré lustre por tiempo, 41 días para olvidar dentro de mi carcasa acariciada por mi mano derecha.

Un desgaste conocido que vuelve a presentarse…y las velas que suspiran y te reconocen…
pero no se encienden en esta noche, pues mi mano derecha olvida el fuego…
y se deslengua conversando con mi mano izquierda, y con mis tobillos y mis órganos volátiles…
y comentan la tristeza deseosa de ser alegre para reconocerte y aliviarte,
y convertirse en arrullo de cumpleaños…

¡¡No quisiera más de esto por favor!!

Tan solo abran las ventanas, déjenme fluir de esta esfera alineada con la estupidez que me adorna…déjenme llegar hasta su aurora para agasajarla y prenderme de su talle…
La locura me tiene atado y no puedo perderme más en el tiempo del calendario de 41 días…

Quizás las historias se envuelven en hipótesis destrozadas por cientos de manos derechas,
Quizás los relatos de sueños se alejan de la realidad  cuando los cumpleaños se alquilan entre jirones de ciudades devastadas por la estulticia…
Sin más se harán añicos los días que nos faltan…olvidaremos y celebraremos el amor.

Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(texto registrado)




Carta a Margarita 2

Carta a Margarita 2

El Mcnulty escribe una carta a Margarita del Remedio de los Abandonados.


No entiendo el porqué, Margarita,
al llegar a casa tus maleta, tus cosméticos y tus zapatos se volvieron invisibles.
Ando por toda la casa y no encuentro vestigios, tan solo transparencias.
Y ahora siento que mi interior es de vidrio. Y me miró hacia dentro y solo encuentro un vacío invisible.
Margarita del Remedio de los Adictos dame tu remedio sin más dilación. Aunque pensándolo bien yo no soy adicto al tabaco, ni al vino, ni tan siquiera al los narcóticos.
Tan solo soy un muro en el que rebotan palabras de despedidas.
Un muro que no tiene una triste ventana que remedie una oscuridad translúcida...tan translúcida como tu falda lila, esa  que  olvidaste sobre la cómoda de nuestro dormitorio, y que lucha por ser tangible a mis ojos, a mis manos y a mi yo todo.

Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(texto registrado)




INFUNDIBULUM, CRONO, SINCLASTICO

  «Ahora todos saben cómo encontrar el sentido de la vida dentro de uno mismo. Pero la humanidad no siempre fue tan afortunada. Hace menos d...