(Fragmento de mi obra "Archipiélago del Miércoles Aéreo")
Latitud, 4 35' 53" N. Longitud, 74 4' 33" W tengo la coordenadas,
el frio también lo poseo, tengo el olfato,
el silencio,
los deshechos.
El vacío en mi bodega de carne,
el soliloquio más eterno, la mirada devuelta mil trescientas ochenta y nueve veces, el verso a punto de estallar,
tengo.
Resina estelar,
en cada agujero de tu emmental. Un talento de cavernas
en la semioscuridad más amarilla y templada, donde me pierdo y no hallo las coordenadas.
El eco retumba en mi interior, y en el centro de tu emmental
la brújula también está en el occidente.
El cuervo se asoma en la ventana,
me da malos consejos. La tarde se declina en la cocina,
y las verduras reposan muertas de tristeza.
La tristeza ni siquiera sale por los pies,
no quiere salir a pasear, duerme entre plumas cognitivas, pero lo único que entiende es tu ausencia.
Desde que te fuiste,
los días son bisontes a la espera de ser cazados. Pero Caballo Loco anda desaparecido, le vieron por última vez en el departamento de quesos de “Carrefour”. Compro 257 gramitos de emmental mientras bailaba la milonga nacional.
Desde la pequeña Italia me llegan aromáticas canciones napolitanas. El lago Estigia esta hermoso esta tarde. El velero está presto a partir,
Caronte lleva pan y emmental en su alforja, pero no tiene tu coordenada definitiva y definitoria,
Cantare luz de brillo al borde de los caminos
y las esteras llenas de anacrónicos arácnidos
tendrán un día de asueto lleno de claridad, los bordes de las manchitas se inoculan del cebo de la vida.
Devolveré las llaves,
mirare al occidente
y me sentare despierta
y sin sueños a esperar.
He de obligarme a mirar cada agujero del emmental que deseas. Pensar es tan difícil cuando la nieve llena las fosas de mis ojos, hace tanto frio en los deshechos de mis ojos,
los devolveré también, hasta que regreses mi amor.
Mientras, escucho el silencio que pernocta entre los agujeros de tu emmental.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Concepción Velasco Alvarado...harta de desear emmental)
(Fragmento de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
No existía la más mínima posibilidad de que Rotten Meat, Tricius, o cualquiera de los amigos del descampado fueran protagonistas aquella noche especial de luces y caminatas por los vericuetos ajetreados de la Navidad.
Salimos del desfiladero con el ánimo de desenterrar las maravillas ocultas tras meses de férreo autocontrol. Por el camino que nos llevaba hacia el continuum espacio delimitado por nuestra propia insolvencia, nos cruzamos con Carol. Constantemente miraba hacia atrás como si temiera que la siguieran, al vernos se detuvo, y con una amplia sonrisa de alivio nos conto que aquella tarde al levantarse de la siesta había notado que su pierna derecha era 11,2 centímetros mas larga que su izquierda. Dijo haber soñado que habitantes de otro galaxia con forma de plumas humanoides habían le zarandeado y estirado su extremidad hasta dejarla más larga y delgada, como si se tratara de goma de mascar.
Tan desgarradora experiencia alivio el tedio de aquella noche, nos sumergió en un mundo de tentáculos en donde los calamares eran reyes y las anemonas rendían pleitesía al movimiento de los sentidos acuáticos.
Carol respiraba profundamente…las estrellas descendidas por una vez se acoplaban al rápido parpadear de sus ojos, dejando ver destellos del animal desencantado en el que se había convertido. Con la puesta de los prodigios estelares comenzó el prodigio solar, el infierno de amor olvidado empezó a encarnarse en su miembro dilatado, ojos de ardido frenesí, células enloquecidas, vehemencia en los cabellos pugnado por desobedecer la alopecia. Hacia el final del mediodía, la masacre se había extendido desde el Indico al Antártico, desde el anillo mas exterior de Saturno hasta Sant Joan de Moró.
Hacia la luz
No hay camino oscuro que no haya recorrido, no hay silencios sin escuchar o lamentos sin atender.
Soles encendidos y cometas me escogen para la danza majestuosa.
Y en el recelo que me tengo escudriño los rincones mas escondidos para poder encontrar el trayecto hacia la luz.
Después de acompañar a las hijas de las mandrágoras al colegio, nos dirigimos hacia el desierto. Una sirena varada nos pidió la lleváramos a su casa, solo le pudimos responder con un océano de lagrimas. Con nuestra imaginación le dibujamos un mundo de mares y lagos, peo solo le sirvió de mortaja entre las dunas acariciadas por el sol. Al anochecer habíamos alcanzado la cima de la colina. Golondrinas, estorninos y vencejos se dejaron caer entre la hierba, aquella noche renunciaron a volar. Había una lumbre acariciando la noche, entre los arbusto divisamos el lago, corrimos a su encuentro y quisimos navegar sobre la estela de luz de la luna. Grandes animales amarillos nos devoraban los silencios. Así nos encontró ella cuando llego el alba.
Esquizofrenia desnudada por la luz lunar
Decidimos saludar al cielo, “Hola celestidad original” Déjanos caer una preciosa escala de nácar, luna de miel. Una travesía en el espacio, en donde subamos los dos y solo a ti llegue uno solo…mi luz que tanto necesito.
Que mi compañía me arde, esa oscuridad atrapada entre mis manos habré de dejarla fluir en el mar de los sargazos.
Limpio y decididamente amnésico oteare el aire en busca de tus ancestros, les contare secretos de la guerra…les traeré la paz para que te la susurren al oído.
Que nadie más encuentre la senda, ni mi compañero ni mi conocimiento han de saber de tu guarida mi Luna.
Te diré que el mar es una balsa de leche, que las ballenas huelen a lavanda cuando se detienen a mirar tu rostro tan sereno, y lloran y gimen por no poder acariciarte.
Te contare que he dibujado tu luz en cada molécula del agua del mar para iluminar los fondos de estrellas marinas.
Cuando deje la montaña, dejare al ser que me habita y devora, dejare el cielo salado, el dolor de mi costado, dejare una flor amarga, dejare el vino a un lado…solo ante tu altar por primera vez mi Luna bella…para acostarme a tu lado, tan solo como he de ser, para ser tuyo para siempre.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
(fragmento de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
Prologo:
Hombres, no hay mejor compañera de vida que una mujer verdaderamente libre.
Mujeres que de una vez y para siempre pasen de ser objetos deseados, a ser... mujeres deseantes.
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Desde que Tristán se fue…Isolda teje el frio en la vereda de Tintagel. Desde que Lanzarote marchó... Guiennevere calma el estío con sus lágrimas de invierno
E Isolda se aleja del dolor. E Isolda se funde en las olas bajo el amor y el coral.
Guiennevere en el jardín… Regando azucenas, el frio se hace el destilado perfecto. El frio de Isolda, amanecida Isolda, sin heridas de cuchillas.
El “mabinogi” habla de la osa polar, de acercarse hasta el jardín de las hojas muertas de Tintagel, donde el frio de Isolda se hace región de la vida.
Las cuatro esquinas de la montaña blanca se hacen nostalgias, de vida y de visión inmaculada. El rey Marke muere de celos al acercarse a Isolda…de amor y de dicha…y de frio intemporal.
Guiennevere, escribe cartas que nadie recibirá. Guiennevere es tácita con la vida que arroja su sombrío destino. Guiennevere, se desliza en los sueños de Isolda y la hace cómplice de consuelo. Guiennevere es el espejo de Isolda cuando llega el amor en invierno...cuando todos los Tristán y Lanzarotes de la vida de la mujer parecen vivir en la nube de sus sueños.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Jesús Gonzálvez Galán…en el borde del acantilado de los hombres que no aman de verdad a las mujeres)
(Extracto de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
Resignado a la molicie sin sentido,
recogió pertenencias y quehaceres
y los escondió dentro de una terapia de grupo.
El aire era estúpido esa mañana.
El mar era solo un recuerdo de extrañas concordancias luminosas en contraposición con la sublime profundidad del carbón.
Cada gota de gas, cada burbuja de agua, le recordaban la inestimable ausencia de ausencia,
cada poro de las estructuras del perro que le acompañaba, le indicaban el camino aéreo que debía recorrer…
Con cuanta malicia el tránsito aéreo le impelía hacia los arcenes de las cordilleras…
Las hélices helicopterales le servían de alivio al ánimo del sol, y cuando el globo de las sensaciones meteorológicas le insinuaba un refugio orgánico, se instituía en el santo de las matemáticas esféricas.
Miles o quizás millones de organismos unicelulares se adherían a su cabello, a las plantas de sus pies…Le hablaban y el se hacía el sordo, y sin gloria se torcía los tobillos para sentirse mejor que un astrolabio abandonado después de hacer ver las estrellas muertas desde que Ptolomeo y Arzaquiel miraran al éter después de una merienda en los patios de las mimosas y jazmines anochecidos.
Ibn al-Shatir le enseño a mirar de cinco esféricas formas diferentes lo que siempre había soñado…y entre cúmulos de esporas circulares enveneno las disueltas partículas de las plumas que le llovían desde los planetas de su pasado.
Los yogures serian servidos otra vez mas para precipitarse de nuevo en suicidio colectivo.
Y caer de nuevo:
Sobre los baños turcos,
sobre las horadadas rocas de la playa,
sobre Extremaunción y Encarnación,
sobre los productores japoneses de inmaculados engendros,
sobre y detrás de la luna llena cuando esta enciende los cabellos, garras y colmillos.
Para caer y desplazar los servicios lácteos en Sudamérica,
y quizás para llenar por una hora el mar de los cetáceos.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
Waldemar Whale (Fragmento de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
(Lastima de milenios, sustitutos de las gotas de agua )
(De vez en cuando un poco de Anarquía no viene mal... aunque esta esté ferozmente sedienta)
Prefacio: “El océano está seco ¿saben?, los ríos también, los desiertos son una pesadilla de ausencia Durante los últimos mil años me dedique a contar olas…piedras y batallas… (ganaron por mayoría estas últimas, por supuesto) “Pobre e insufrible humanidad…“
La sed
¿Saben? la mañana en la que me bebí el mar, éste estaba encrespado, rugían sus olas con el mayor desatino posible. Aquella tarde, tuve fuertes dolores la acidez me descoloco, se ensaño la muy maldita.
Siempre pensé que fue injusto lo que la humanidad pensó de mí, siempre malinterpretando los sucesos.
Pero lo cierto es, que algo de razón teníais, posiblemente más de lo que os imagináis, ¡Pero, tenía tanta sed!
Y así empezó el interludio, un paréntesis desolado, el final de aquellos días anteriores se me antojan muy felices, la perspectiva suaviza las mentiras.
Los años que siguieron fueron como estrofas de una canción de verano,
repeticiones incansables en el oscuro marco de los deseos adormecidos.
Solo los recuerdos, ponían paz y una pizca de armonía y la sangre reposada formaba lagos rectilíneos sin un asomo de temporal, sin bravuconerías.
Las artes de la introspección, no tuvieron secretos para mí al norte lo convertía en sur con pasmosa facilidad, fui santo de las brújulas por aquel entonces.
Los milagros eran cotidianos, y las marsopas acaudillaban los reinos sin intransigencias ni nepotismos modernos. Solo la vez que me daban era suficiente pago para mis inquinas.
Pero tan sublime y pausado caos tenía que perecer al final, el desierto de las leyes promulgadas en terrenos intelectuales, se convirtió en la morada de la humanidad.
Y los vergeles de la codicia caótica, pronto se volvieron leyenda, pero la semilla se había plantado.
Y así ocurrió que la poligamia del futuro perpetró de nuevo hijos inmaduros... para volver a engendrar la "Sed"
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Waldemar Whale… atrozmente sediento) (transcrito del cetácico por Ernest Bernal)
(extracto de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
Prefacio: “Puedo en un grano de arroz, desarrollar un amor que sea terrible y atronadoramente apasionado”
Nuestro amor se hará cada vez más pequeño. Lejos de tormentas y ciclones se convierte nuestro cariño en el pozo de los desagravios, morada de las calles rotas.
Nuestro amor se hace microscópico inteligentemente inadvertido, para mirar sin ser visto, para soñarlo e imaginarlo, y desearlo en la negrura del infinito.
Un miércoles al amanecer te vi desaparecer en un poro de mi piel y yo me fui detrás a lo más oscuro de tu ser.
Un miércoles al amanecer nos despedimos del trajín de los días, sin equipaje ni tickets, sin pasaporte, con la sola devoción del tú y el yo.
Desde entonces viajamos en este nuestro universo, en las montañas que forma nuestra sabana, alimentándonos de la caza y la flora que nos perteneció cuando fuimos hermosos en nuestra saludable pequeñez.
Y así nuestro amor se hace cada vez más minúsculo, con nuestra esencia prendida, con nuestras almas escondidas.
Shhh... nadie lo sabrá Shhh....nadie nos oirá
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Carol Lumieré…limitando con el mundo de las cosas inadvertidas)
(fragmento de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
En cuanto a merecer algo distinto de lo que tengo, solo puedo discernir un aluvión de plumas cayendo sobre mi espalda arrullándome lentamente.
En cada sensación, disminuida mi conciencia, doblo la vista para poder alertar mi mundo ante la invasión de seres de otros universos.
Las plumas dejan salir esferas diminutas de entre sus láminas fulgurantes y delicadas las luces venenosas me hacen señas llorando por el yogurt caído en la flor de la vida.
¿Cómo puedo aterrizar sin sufrir descalabro, cuando la esfera que me contiene no tiene vida propia?... ¿acaso no tiene el sabor lácteo vegetativo que se le supone a las plumas invasoras?
Cuando el silencio se hace niño amamantando, te veo dormir entre las plumas caídas, y que hermosa estas, con tu perfil de “Mafalda” estilizada y tus desordenados dedos ante tu boca hambrienta, llenando la cama en cruzado despliegue femenino.
Este martes al anochecer, renunciare a mi cómodo infierno de diez millones de kilómetros cuadrados, por los mil centímetros cuadrados del paraíso de tu cama.
Cuando las plumas lácteas vengan a ofuscarme el delirio, buceare en tu piel, perderé parte de mi esencia en tu interior…para siempre amor, para siempre…y por última vez, para nadar entre las plumas de otro mundo.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Jesús Gonzálvez Galán.)
Encarnación
y Extremaunción…en
el ático de las culturas y las modosidades de colores
(Divisiones…y/o ¿Multiplicaciones?)
(Extracto de mi obra "Archipiélago del Miércoles Aéreo")
Encarnación-
“no creo que jamás haya estado enamorada de los perros del
amanecer”
Extremaunción-
“no creo haber estado en el amanecer del huerto debajo de las
ventanas que te iluminan”
Encarnación-
“el habito que regale a las sombras de tu discordancia lo encontré
hendido en las mangas, manchado de savia y rojo de estercolero”
Extremaunción-
“los hábitos que señalan mi disconformidad eran el cielo para ti,
eran las azucenas en el verano de la caricia que te dedicaba…no
habían mas savias que las que mantenían tu jardín en mi corazón”
(En
televisión ofrecen la noticia del 20 aniversario del maremoto y el
consiguiente nacimiento del archipiélago más famoso…el de las
ballenas)
Encarnación-
“un maremoto me haría falta, un archipiélago relleno de heridas
cicatrizadas...en donde poder olvidar el desamor, la rabia, y la
desidia”
La
canción de Encarnación:
Un
mundo...una nada
El
mundo se desvanece por todas partes, y en el minuto
último siento la gratitud por tu agradable calidez.
Pero
el minuto llega a su fin y el cielo cae a mis pies, y con él la
luna sincera envuelta en lluvia satisfactoria.
Siento la
hartura de mi sangre envenenada y si canto mi canción se
que tendrás que llorar.
Cuando el mundo vuelva a girar ya
no seré la misma solo en tu cielo y tu noche, seré extranjera
otra vez.
Mi historia solo la escribiré yo porque mi
libertad es tan válida como tu antojo, suave colina hacedora
de milagros.
Porque en mi mundo no reside el aire que
necesitas, porque en mi mundo las canciones suenan huecas,
Y tu vientre jubiloso se desharía en mil tormentas al oírme
cantar la nada y al sentir que no hay nada.
Extremaunción-
“¡calla mujer!...los mordiscos de la vida ya son lo suficiente
melodramáticos…el amor, de la jaula quiso señor, y el amor canto
feliz entre nidos de añoranza”
La
canción de Extremaunción:
Una
noche de estas
Esa
estatua que se me parece, inmóvil vigilante de mis vigilias, que
observa el camino desandado y reclama su parte del botín
interior, huesos de mis huesos, la niebla de mi sombra
enquistada penumbra de mis ojos aturdidos, compañera indolente
de salvaje energía que pena y peregrina en los altares donde
erguí mi insaciable masculinidad y donde perdí lo que nunca
encontré.
Estatua, ser vivo si te comparo, ser arrogante si te no te sirvo, serás la lanzada en mi costado cuando
me retenga cualquier noche de estas… y así serás la que dejes
caer la piedra por mis pecados...
Encarnación-
“hay un convento de monjas al borde de la extinción,
Extremaunción, salir a la calle y besar las papeleras podría ser
mejor que las jaulas de la molicie más desesperada”
Extremaunción-
“todos los desayunos los cambiaria por la canción de Alicia y la
triste Estefanía…y velaría armas en las bodegas, en donde se descargan las suturas con las que amarrar el amor que se me despide”
Encarnación-
“en este nuestro bien amado ático espero que la luz fenezca. ¡Pero espera!, me parece oír en la lejanía cantos y voces de
melancolía…y más lejos aun las lagrimas de la vecina del primero,
y los sonidos de la nada de los habitantes del sótano”
(En
televisión ofrecen un estudio sobre las medidas de la FAO para
erradicar la hambruna que asola Sudamérica, Asia y África)
Extremaunción-
“Encarnación, corazón azul, pienso a menudo sobre nuestros
vecinos…nosotros dividimos por 2, los chinos de debajo nuestro
dividen por 6, los peruanos del primero lo hacen por 10…y los
guineanos del sótano por 13.5”
Encarnación-
“ojala estos vecinos algún día puedan dividir por menos, y quizás todos podamos multiplicar por mas. Que porquería de desigualdad mundial”
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of "Los ancianos del ático") (texto registrado)
Fragmento de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo
Buenas tardes.
Nuestro nombre es Logan Number Seven. ¿Los siete magníficos?
o ¿los siete pecados capitales? o quizás ¿sean los apellidos de papa y mama? Bueno, da lo mismo. lo cierto es que nos encontramos en el esplendor.
Visitamos Cisne en la primavera pasada.
Habíamos quedado con Katty para entregarle en mano
el ultimo boletín de ofertas de Home Center
donde anunciaban oferta de polietileno expandido...¡¡¡6000 pesos la lamina de 0,5 cm!!!
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BROKEN TIDE
Un tipo hundido en la marea rota
Mírame ahora, el hambre en las puertas del océano... mírame ahora
Lo insaciable entre aullidos de mareas rotas incendiadas en la ventana que mira al cielo... mírame ahora
Observo el mar sin ira ante las mareas rotas
Por mi hambre miro el horizonte
Fabrica de faros destruida en el centro de todo lo nuevo...
Húmedo de mareas soy un tipo semihundido cerca de la estación final que se retuerce como un sol herido
Siéntate ante esta marea rota explica un plegaria... siéntate, déjate deslumbrar por el faro final de la estación solar.
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Con mi amiga Katty Trumboll analizo el desmenuzar de los polietilenos,
mientras le doy clases de trigonometria... Y así entre charla y charla fabrico minúsculas lunas en donde residir. Dándome de bruces en cada pequeño cráter
cada que vez pronuncio el dolor de tu lejanía.
Tengo ya el pijama sumergido en la marea rota. Tan rota esta,
como roto esta el corazón esperando el esplendor.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Logan Number Seven)
Un poco más abajo a la derecha Sarah Brightman canta Moonriver con Juanito, Pepito y Dorotea, los gatos de Navarcles, que le confeccionan los coros.
(fragmento de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
Aquel día habíamos decidido caminar de puntillas, el humo quedo a nuestras espaldas pero la niebla se cernía sobre nuestro horizonte. Descalzos otra vez sobre los guijarros tropezábamos con las margaritas que crecían en desordenada danza nupcial. Y así fue como al atardecer nos topamos con Richard Gere. Andaba el buen hombre de un lado a otro lado del enorme roble solitario que devolvía sombras y alivios al cauce del viento que deslizabase entre sus ramas ambiciosas de sol.
Cincuenta años atrás Richard Gere había plantado el roble solitario en el declive de una loma cobriza de tanto recibir los soles de poniente. En aquel tiempo los donaires y bravuconerías eran plato de diario, era el tiempo de los patios de colegio del instituto mordaz y desalmado en donde los robles fueron juncos entonces. Las hojas no tenían relevancia en aquel pasado ardiente y desasosegado, daba igual el numero, la calidad y el reflejo que el sol las transmitía. Sin embargo la duda que nos tiñe en las inmadureces formas se erosionan y nos dan pinceladas y abanicos de aire canoso y algo desconchado ya. Y aunque la mirada se vuelve tierna con las miradas solo una hoja ha de captar la atención de Richard Gere.
Después de contar ciento veinticinco mil doscientas trece hojas, solo una, la más pequeña y suave, de terciopelado tacto se diría, es la que hace que la misión para la que la vida le prepara ya no tenga valor. Dos horas y veinticinco minutos más tarde las lagrimas empezaron a desgarrarse de sus ojos en la intima convicción que nada debía apartarlo de la candidez que arrobaba su cansado corazón. Richard Gere nos miro con la certidumbre que da el saber, con la certidumbre que da el tener que olvidar. Y así fue como nos pidió acompañarnos, con la mente vacía excepto por el recuerdo de la pequeña hoja que le acompañaría hasta el día de su muerte.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Jesús Tóbal Gonzálvez Fernández Galán Amador)
(fragmento de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
Estoy mareado, hace días que navego por este mar pancreático...a la deriva buscado los islotes de Languerhans. Sin brújula vital ando algo despistado...se terminaron los víveres, el agua y las ganas.
Quiero volver a casa, pero antes he de encontrarme de nuevo. Para volver con mi copia esquizofrénica a mi refugio, y entablar conversaciones interminables....me hecho tanto de menos...¿Dónde esta la brillantez? Mi viejo diamante. Al oeste avistó una isla rodeada de otras más pequeñas. Hoy es miércoles y me siento levitar...hay una brisa que me enlaza con la isla. Al llegar he mirado con disimulo el cortejo fúnebre, el féretro abierto contenía una figura familiar. Estoy llorando intermitentemente, mientras araño la arena de esta isla, las lágrimas estropean el paisaje...la sangre de mi herida provoca barro en mis uñas. Por fin encontré lo que tanto ansío. Bajo la tierra una cajita y dentro un dedal, un soldadito de plomo, el primer poema de amor, y un copo de nieve. El alma concentrada en las pequeñas cosas que vamos perdiendo.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Larry Talbot Horizonte)