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miércoles, 23 de diciembre de 2020

DIÁLOGOS SIN TRASCENDENCIA EN UNA TARDE DE VERANO…

 


DIÁLOGOS SIN TRASCENDENCIA EN UNA TARDE DE VERANO…

Un poco mas abajo a la derecha un grupo de “skin heads” prende fuego al resto de su escasa inteligencia


Son las 16.00 de la tarde de un caluroso y pegajoso día de Agosto. Los cuervos revolotean el montón de basura que día a día crece y crece en las esquinas del barrio.

En la emisora local suena Malena…”Malena tiene pena de bandoneón” (canción)


Aparece en escena una espora de tricius andoledoide. Vuela en el calor de la tarde acompasando su leve desfilar por la ensoñación estival con la estructura de tango de la onda hertziana.

La ruina lleva veintidós años arrullándose en la falda de la colina en espera del secreto que la convierta en algo más decoroso, o una oportunidad de morir con dignidad, quizás.

Y entre tanta ruina la ultima viga enferma de aluminosis orea la escasa brisa de la tarde que se resigna a ser material de estío.

-¡Alehop! Dijo Tricius Andoledoide, dando un doble salto mortal hacia atrás y dejándose reposar en el ángulo que formaba la viga con el suelo repleto de oscuridad y abandono.

-¡Huyy! Exclamo Concreto de Aluminio, sobresaltada.


Las ventanas del barrio comienzan a bostezar una nueva canción…”Canción infantil” de Serrat….”y bueno pues un día mas que se va colando de contrabando

Y dice Tricius:

Sabes, me contaron una historia ¿te apetece oírla?

Y dice Concreto ¿y que mas podría hacer?

-Tricius, voy pa lla


Un lugar al que aferrarse

El hombre que cada tarde espera el ocaso cerca de la ventana del pequeño puesto de limonada casera.



Ella llego antes de la hora concertada

dispuesta a esperar los quince minutos restantes apurando el último cigarrillo.

Pero Lola mirándola angustiada le pide ayuda,

pues la barra está a rebosar.


Ella dibuja en sus labios el fastidio y la desidia sirviéndole mas limonada al cliente extraño.

El hombre de la ventana la reconoce al instante,

 pero sus labios han perdido la tímida sonrisa,

 y su pelo liso ya no peina su frente, su mirada se ha vuelto gris, deslucida.


Ella nota su mirada,

y es entonces cuando al mirarle cree reconocerle.

Por un instante fugaz el gris de sus ojos cobra vida,

y el brillo azul de su niñez vuelve a colorear su alma.


La mejor amiga de ella siempre esta lavando ropa en el exprés de la esquina.

El hombre llego la semana anterior al barrio,

y hoy toca lavado de ropa general,

pero la maquina es obcecadamente inteligente

y escupe sus monedas,

como si supiera que él todavía no pertenece a aquel lugar.


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of The Ghost in the Shelf)

(Texto registrado)



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