Hoy somos murciélagos
dirigiéndonos al Mar, lanzando el sonar a las olas,
para comunicarnos con
los calamares, las ostras y los caballitos del mar.
Buscamos las alegrías más allá,
pero el cielo nos olvida en esta tierra que nos devuelve la música y el viento, vacío de significado.
¿Dónde se encuentra la alegría, la risa,?
cuándo los invitados se levantan de la mesa sin apurar las copas... los alimentos a medio comer.
¿Dónde se encuentra la poesía que canta la cresta de la ola?
¿quimera de sinfonía para sordos?
¿un rayo de luz ardiente entre las nubes de esta melancolía?
Necesitamos tanta luz como sea posible,
para disipar los velos, los grises, erradicar las almohadas de la oscuridad.
Luz ardiente para secar lagrimas de desvelo.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(Texto registrado).