Llévame al hogar donde la lluvia empapa las paredes de hielo.
Derrámate en mi corazón como la lluvia inunda mi cólera y pueda despertarme en esta cama habitada por tantos fantasmas húmedo de tus besos y caricias .
Llévame de vuelta al mundo jazmín. Sírvete de mi en toda mi plenitud. Llena mis arterias con tus espejismos. Seduce el camino de vuelta en cada recodo.
Cada piedra que encuentro la envuelvo en papel de felicitaciones. La entrego en Correos a direcciones que solo tu sabes para recibirlas cuando menos lo espere.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Mon Gessami)
Una canción para derretir…fundirse, luz y amistad.
Empieza la noche y mojo el rosario, me resisto a pensar.
Yo quería creer en tantas cosas, y al final la verdad no se movía de mi lado, siempre estuvo allí…
Creía en los pardos arboles de engalanada majestuosidad, pero ellos no me hablaban ya… Creía en las piedras, antojos de un ser superior pero su autoridad era incierta…increíble.
Desnudaba mis manos cada atardecer para creer, descalzaba los pies y los enfangaba con mentiras atroces, nada era mas cierto que las mentiras que me contaban desde el pozo de los sueños
Solo el amor se desprende de los halitos y fulgores, solo el amor es verdad inmaculada…
Desde Creta y Mykonos lloran las palmeras mediterráneas, Estibaliz recita poemas en las ciénagas lacustres, y los mirmidones escuchan escanciando verdades, los pies sucios y los ojos detonantes de amor.
Amarillea la sabana entre girones de arboles deslucidos por las tropelías del leopardo…las ginetas cantan verdades que jamás creeríamos…salve a la ventana que se pinta así misma primoroso tesoro de flores verdaderas y antiguas .
Soy renuente a colgar de mi hombro nada que no sea tu verdad, esposa de amor…feliz sentido de domingo. Pero salir a pasear sin tu alivio me produce ardor en las piernas.
Todo nace para mentirme…hierbas y ruedas, pececillos de arroyo cantando miserias de “Telecinco”.
Sanidad prendida del coro de un telediario cualquiera, y en cualquier lamento desnudo de vida, guerras que me ultrajan tu verdad.
¿Querrás contarme un verso para poder creer en algo?
Solíamos recorrer la jungla en una bicicleta con alforjas repletas de ideas extravagantes,
solíamos pararnos a escribir notas en el envés de las hojas…
Al iniciar el ultimo curso ya habíamos aprendido todo lo necesario, nos dedicábamos a escanciar nuestro conocimiento sobre las cascadas del rio azul.
Los perritos se llamaban unos a otros, tan delicadamente felices…
Bien, o bueno, todo podría ser, la oscuridad se hacía severa a las doce del mediodía… Las mandíbulas nos hacían reír de tanto llorar, un infierno de credibilidad y todo para nada.
Quizás la última guerra duro demasiado poco, la sangre no vertida provoca acidez, pero los perrillos no saben nada de esto, tu figura tampoco, pero tu rostro entiende la oscuridad y la transforma en el país que habito tan lleno de tu luz…
A la espera de esta oscuridad llena de luz, aparcaremos la osamenta bajo la farola ideal…
La brillantez seduce en la soledad.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (Walking in the shoes of Sinda Mabué)
Aunque vivamos entre espinos de rosas y la alborada nos encuentra siempre sedientos, no se perderá el amor que camina entre ristras de muertos.
Aunque vivamos sabios entre estúpidos y los fragmentos de la última vida nos desbroce las manos y den cabida a nuevas heridas, no ha de perderse el amor que tan fiero reside entre nuestros dientes.
El cesto del pan es la última residencia de suspiros. En el se refugian las manos intentando formar rostros con migas y cortezas.
Sonrisas que sientan valores… Bellezas que duermen entre imanes de nevera. Saliva que explota dulce al encuentro de su manjar predilecto.
Y entre los pimientos reposan tomates y zanahorias… Puerros y manzanas que desvelan el territorio suspendido en la tristeza, maquillaje de hechizos descansando en tareas lejanas.
Damos vueltas al jardín. Descendemos de los arboles cabeza abajo… Nos infiltramos en las tierras con los topos y las piedras… Sentimos la muerte de la lluvia, nacemos de nuevo dos veces al día.
Doblamos coladas y alimentamos eufemismos. Pero que más da como nos enseñamos a vivir….
El trigo desciende por los caminos del rio. Y verde es el roció de esta alegoría.
Y rojo y negro, absolutamente inmóvil
Frio de destierro….
Los huesos defienden el amor en su coraza de muerte.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Ghost in the Shelf)
Se sentaba en el suelo con las piernas cruzadas. Solía mirar a las hormigas ir y venir.
Las fotografías no mentían, era así… Con remolinos y heridas en el pecho.
A tan tierna edad, las hormigas le hacían la cama. Le preparaban el aceite y el pan.
Cuando por última vez miro al cielo Las hormigas le hacían masajes en el plexo solar.
Con las piernas cruzadas, el vaso lleno de agua… con la jalea de coco y el bocadillo de atún.
El sol a las 11 de las mañanas sin escuela… Las piernas cruzadas y las hormigas enajenadas de tanto laborar.
Volveremos a mirar al cielo, cuando ya no queden ríos que vadear. Ni siglos estériles que fertilizar… Cuando no queden monos en la costa… Y solo tengamos el trajín de un millón de hormigas…
Trabajaremos de hondonada. Cerrando heridas (los combates ya no hacen prisioneros) Con los brazos articulados por doce lugares, desde el codo hasta el muñón de nuestras alas
No volveremos a sentarnos en el aire con las piernas cruzadas. Las plumas mojadas…el hielo sucio, y los abanicos negados al calor.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Petunia Peres)
Esta noche puede ser la última, puede ser la primera. La lámpara de aceite consume los últimos segundos. Todo está por suceder…los ríos mueren ahítos de vida.
Los minutos se clavan y perforan las cortezas de los árboles. Cimbrean los instantes últimos, colgados de las ramas. Los gusanos observan extasiados el festín de tiempo.
El aire se vuelve tangible, codicia de sustancia. Invulnerabilidad de la carne fatigada. Merodean las aves negligentes en su derecho de primer bocado.
Todo está por suceder…miel en los labios ausentes. El frio es tan lejano como el espíritu vacacional. Las uñas de los pies son testigos mudas del desvanecimiento del verano.
Todo está por suceder…
Oímos los pasos de alguien que solloza, ¡Y es un sonido tan triste!...
Deberíamos tener más amigos, y compensarles por las lágrimas que nunca han visto.
Deberíamos recoger en nuestra boca todas las palabras, y devolverlas relucientes como armaduras de primera generación.
Las lanzaríamos en desorden para que jugaran entre los árboles. Todas prendidas entre los segundos del tiempo que se resiste a marchar.
Todo está por suceder… Démosle salida al tiempo… para que pueda ser
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (Walking in the shoes of The Ghost of the Shelf)
Una partida de ajedrez querida niña, cuando aprendimos a conocernos en las inocencias mas desatadas.
Recuerdo tu sonrisa de niña todavía. Tu tristeza cuando marchaba, y te quedabas tan angelical con tu reina intacta y yo me sentía tan deshecho por dentro con mi rey en deceso que me dolía cada paso que daba al abandonar el tablero de nuestro juego
Cuando la tarde moría, tu luz la llevaba encendida en mi rostro de alfil perfecto
Y en aquel lugar donde te encontrabas, tan desangelado, tenías en tu regazo, todos los cuadros blancos y negros, que yo intentaba retener en mi memoria deshecha por tanta pena
Tantas cosas que te llevaste al rincón de nuestro ajedrez.
Y ahora que las lágrimas me dejaron tan deshecho y anegado te quiero recordar con todas tus piezas intactas, siempre blancas e inmaculadas
¡¡Jaque mate!! Tantas veces gane perdiendo. y ahora que aun sigo desfalleciendo en este tablero deshecho, solo descubro algún reflejo de ultimo peón de tu táctica y estrategia,
y pienso en lo que tanto gane y luego perdí
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of The Ghost of the Shelf)
(fragmento de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
Prologo:
Hombres, no hay mejor compañera de vida que una mujer verdaderamente libre.
Mujeres que de una vez y para siempre pasen de ser objetos deseados, a ser... mujeres deseantes.
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Desde que Tristán se fue…Isolda teje el frio en la vereda de Tintagel. Desde que Lanzarote marchó... Guiennevere calma el estío con sus lágrimas de invierno
E Isolda se aleja del dolor. E Isolda se funde en las olas bajo el amor y el coral.
Guiennevere en el jardín… Regando azucenas, el frio se hace el destilado perfecto. El frio de Isolda, amanecida Isolda, sin heridas de cuchillas.
El “mabinogi” habla de la osa polar, de acercarse hasta el jardín de las hojas muertas de Tintagel, donde el frio de Isolda se hace región de la vida.
Las cuatro esquinas de la montaña blanca se hacen nostalgias, de vida y de visión inmaculada. El rey Marke muere de celos al acercarse a Isolda…de amor y de dicha…y de frio intemporal.
Guiennevere, escribe cartas que nadie recibirá. Guiennevere es tácita con la vida que arroja su sombrío destino. Guiennevere, se desliza en los sueños de Isolda y la hace cómplice de consuelo. Guiennevere es el espejo de Isolda cuando llega el amor en invierno...cuando todos los Tristán y Lanzarotes de la vida de la mujer parecen vivir en la nube de sus sueños.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Jesús Gonzálvez Galán…en el borde del acantilado de los hombres que no aman de verdad a las mujeres)
Que gran idea tuve hace unos segundos después de darle vueltas y mas vueltas a la manecilla de este aturdido reloj sentimental que ahora cuelga de mi yo interno.
Los viejos camaradas espían cualquier decisión, esperan escondidos detrás de algunos cuadros comprados en el bazar chino, esperan el disparo como si fuera la señal de partida.
Cuando el estampido del ultimo tren resuena en mi caverna, cantaran las horas desnudándose en minutos y segundos. Los viejos muchachos recelaran de mi ultimo segundo, y terminaran su café justo antes del anochecer.
Lastima de viento alquitranado, no me reserva ninguna sorpresa tal opacidad. Dentro de algunos segundos espero poder terminar la docena de christmas que he de entregar a mis viejos muchachos.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Chtulhu)
Si, soy un perdedor... Pero hoy no te quiero hablar de mí, o bueno, quizás sí.
Un día harto de perder en tres dimensiones,
probé la cuarta dimensión. Nada de perder longitudinalmente. Nada de perder latitudinalmente. Nada de perder en lo profundo.
A partir de ahora perderé mas allá de cualquier talento geométrico en 3D.
Probaré a perderme en una orilla de cualquier pensamiento... Y recogeré las flores marchitas,
para regalárselas a doña Anita,
la dueña de la administración de loterías de la calle del Clavel.
Probaré perderme en un antro de absenta... Y utilizaré el color verde para mí capa de pesadumbre y "stress" ( en mi caso "sdoss")...
Nada de formulas trigonométricas en donde flotar libre del influjo de la suerte... Una merienda sin vino ni uvas en la ladera de un volcán en llamas...
y una moneda que siempre me ofrece cruz...
Nada de carreras de fondo, en donde el pódium llora amargamente por mi ausencia... Mejor perder en la fila del supermercado de la suerte...
Mi mala suerte...es mi única suerte.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Petunia Peres "Pepe")
Entre el alud de emociones que te asisten y esa programada respiración que te conmueve, viven dos ángeles que disputan por los mundos que una vez imaginaste crear, o que quizás aún no los pienses, pero viven en cada una de tus acciones. Es ahí donde te ubicas en cada árbol y flor en los montes, ríos y valles. Es ahí a donde deseas pertenecer... a ese lugar escondido, donde la disputa languidece, y puedes seguir diseñando mundos oníricos...
Quizás pueda ofrecerte uno nuevo pero qué ya conoces...quizás.
Lo cierto es que el tiempo anda algo sucio…algo habrá que hacer.
Chapter two: Evangelión:
Hace años creo recordar me despertaba herido de sudor. Mis ojos extrañados recordaban cosas más extrañas aun. Vivía rodeado de estupidez...pero creía amar esa estupidez. Nadaba en ríos de fango evitaba caminar bajo la luz del sol. Las farolas eran más apetecibles porque alumbraban mi dolor, pero la miseria quedaba oculta a mi alrededor. A su luz evitaba mirarme como realmente era.
Ocurrió que un día me levante con sangre en los pies y en las manos y una corona espinosa rodeando mi cráneo. En cada púa incrustada un recuerdo de dolor. Ya no pude más. E inicie el camino hacia esos mundos que habitan en ti.
¡Creo, me hará bien!
Pero lo cierto es que el tiempo anda algo sucio…algo habrá que hacer.
Chapter three: The Questions:
¿Cuánto hemos tenido que soportar este anhelo de deseo? ¿Cuántas selvas incoloras hemos domesticado?
Y aun así ¿Cuántas quedan por sufrir? Amedrentar esos ángeles estúpidos que tan mal entretenida te tienen,
esa es mi misión para estos días...además de poner una lavadora.
¿De dónde sacare las fuerzas cuando estas han decidido una huelga indefinida?
Cada año un pedazo más de amor y de dolor que sumo a estas letras ¿serán suficientes?
Al final de todo solo quedara nuestro recuerdo mi dulce amor.
Ahora disculpa, he de poner a secar el tiempo que lave
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Mon Gessami)
(Extracto de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
Resignado a la molicie sin sentido,
recogió pertenencias y quehaceres
y los escondió dentro de una terapia de grupo.
El aire era estúpido esa mañana.
El mar era solo un recuerdo de extrañas concordancias luminosas en contraposición con la sublime profundidad del carbón.
Cada gota de gas, cada burbuja de agua, le recordaban la inestimable ausencia de ausencia,
cada poro de las estructuras del perro que le acompañaba, le indicaban el camino aéreo que debía recorrer…
Con cuanta malicia el tránsito aéreo le impelía hacia los arcenes de las cordilleras…
Las hélices helicopterales le servían de alivio al ánimo del sol, y cuando el globo de las sensaciones meteorológicas le insinuaba un refugio orgánico, se instituía en el santo de las matemáticas esféricas.
Miles o quizás millones de organismos unicelulares se adherían a su cabello, a las plantas de sus pies…Le hablaban y el se hacía el sordo, y sin gloria se torcía los tobillos para sentirse mejor que un astrolabio abandonado después de hacer ver las estrellas muertas desde que Ptolomeo y Arzaquiel miraran al éter después de una merienda en los patios de las mimosas y jazmines anochecidos.
Ibn al-Shatir le enseño a mirar de cinco esféricas formas diferentes lo que siempre había soñado…y entre cúmulos de esporas circulares enveneno las disueltas partículas de las plumas que le llovían desde los planetas de su pasado.
Los yogures serian servidos otra vez mas para precipitarse de nuevo en suicidio colectivo.
Y caer de nuevo:
Sobre los baños turcos,
sobre las horadadas rocas de la playa,
sobre Extremaunción y Encarnación,
sobre los productores japoneses de inmaculados engendros,
sobre y detrás de la luna llena cuando esta enciende los cabellos, garras y colmillos.
Para caer y desplazar los servicios lácteos en Sudamérica,
y quizás para llenar por una hora el mar de los cetáceos.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
Waldemar Whale (Fragmento de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
(Lastima de milenios, sustitutos de las gotas de agua )
(De vez en cuando un poco de Anarquía no viene mal... aunque esta esté ferozmente sedienta)
Prefacio: “El océano está seco ¿saben?, los ríos también, los desiertos son una pesadilla de ausencia Durante los últimos mil años me dedique a contar olas…piedras y batallas… (ganaron por mayoría estas últimas, por supuesto) “Pobre e insufrible humanidad…“
La sed
¿Saben? la mañana en la que me bebí el mar, éste estaba encrespado, rugían sus olas con el mayor desatino posible. Aquella tarde, tuve fuertes dolores la acidez me descoloco, se ensaño la muy maldita.
Siempre pensé que fue injusto lo que la humanidad pensó de mí, siempre malinterpretando los sucesos.
Pero lo cierto es, que algo de razón teníais, posiblemente más de lo que os imagináis, ¡Pero, tenía tanta sed!
Y así empezó el interludio, un paréntesis desolado, el final de aquellos días anteriores se me antojan muy felices, la perspectiva suaviza las mentiras.
Los años que siguieron fueron como estrofas de una canción de verano,
repeticiones incansables en el oscuro marco de los deseos adormecidos.
Solo los recuerdos, ponían paz y una pizca de armonía y la sangre reposada formaba lagos rectilíneos sin un asomo de temporal, sin bravuconerías.
Las artes de la introspección, no tuvieron secretos para mí al norte lo convertía en sur con pasmosa facilidad, fui santo de las brújulas por aquel entonces.
Los milagros eran cotidianos, y las marsopas acaudillaban los reinos sin intransigencias ni nepotismos modernos. Solo la vez que me daban era suficiente pago para mis inquinas.
Pero tan sublime y pausado caos tenía que perecer al final, el desierto de las leyes promulgadas en terrenos intelectuales, se convirtió en la morada de la humanidad.
Y los vergeles de la codicia caótica, pronto se volvieron leyenda, pero la semilla se había plantado.
Y así ocurrió que la poligamia del futuro perpetró de nuevo hijos inmaduros... para volver a engendrar la "Sed"
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Waldemar Whale… atrozmente sediento) (transcrito del cetácico por Ernest Bernal)
(extracto de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
Prefacio: “Puedo en un grano de arroz, desarrollar un amor que sea terrible y atronadoramente apasionado”
Nuestro amor se hará cada vez más pequeño. Lejos de tormentas y ciclones se convierte nuestro cariño en el pozo de los desagravios, morada de las calles rotas.
Nuestro amor se hace microscópico inteligentemente inadvertido, para mirar sin ser visto, para soñarlo e imaginarlo, y desearlo en la negrura del infinito.
Un miércoles al amanecer te vi desaparecer en un poro de mi piel y yo me fui detrás a lo más oscuro de tu ser.
Un miércoles al amanecer nos despedimos del trajín de los días, sin equipaje ni tickets, sin pasaporte, con la sola devoción del tú y el yo.
Desde entonces viajamos en este nuestro universo, en las montañas que forma nuestra sabana, alimentándonos de la caza y la flora que nos perteneció cuando fuimos hermosos en nuestra saludable pequeñez.
Y así nuestro amor se hace cada vez más minúsculo, con nuestra esencia prendida, con nuestras almas escondidas.
Shhh... nadie lo sabrá Shhh....nadie nos oirá
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Carol Lumieré…limitando con el mundo de las cosas inadvertidas)