Duelos y quebrantos
Mucho de ti nunca fue demasiado.
Mucho de ti nunca fue demasiado.
(Las Aventuras de Perfil Escote)
Portafotos
(fragmento de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
El cielo cobrizo me invita al desayuno,
el día me da las ganitas del apero y el delantal,
el sol me va a salir de las orejitas teñidas de sal,
que me basta y me sobra el amor para querer cocinar.
Pero antes, mis cortinillas de colores en el ventanal he de colgar
y así poder tamizar el sol para darle al cuadro un toque más de hogar,
cantar las “Tómbolas” con esmero
y poner el recuerdo de la “Marisol” en el florero.
El mundo está lleno de lentejas y arroces,
el cielo se habrá de llenar de cocinas y amores,
pero aquí en tu alma solo cocino yo
lentejas y arroces de osadía y amor.
Con la ollita preparada, le pico la cebollita
le agrego el amado ajo, y le catapulto de la oreja un poquito de sal,
la zanahoria no ha de faltar…
y el choricito… ¡ahhh!
🎶“un choricito me queda, y otro que tengo aquí, to pa ti, to pa ti, to pa ti" 🎶(canción)
Las lentejas ya volvieron de la playa de remojarse las ganas,
y en la cazuela ya quieren reposar…
junto con el laurel que atrás no se quiere quedar.
El arrocito me pide con tristeza que le ponga a calentar
que con su amiga la lenteja quiere charlar,
y yo le digo, “tranquilo amigo cereal
que las horas de convivencia han de llegar”.
.
Y así entre tómbolas y floreros de amor
entre soles de polvo estelar y la espera de tu venida
me paso la mañana escuchando la sal que me desborda y me precipita.
“Que mas daría yo por ser la Sra. Lenteja y poder ser tu amor, Sr. Arroz”
(La cocinita de Carol Lumieré)
Me perdí en un cuenco de ensalada…
recamada de aceite de oliva…
Te echaba de menos y mis lágrimas se hicieron vinagre...
el postrero condimento, el amargo sabor que me falta de tus besos.
Me perdí entre girones de pimienta,
no encontraba ni tan siquiera un poco de la magia.
Se me desbordaba la tristeza por los pies
intentando recordar nuestro ultima danza.
La tortilla de papas se hacía de rogar
el vino de la crianza se desteñía aburrido,
tu aliento de laurel se me hace esquivo
y mi cocina por ti pena...tu mirada ya no está, .
Por delante… y por todas partes se me hace esquiva la risa,
no hay más risa que tu caricia.
Y ya, la cebolla no me hace llorar,
de tanto que me secaste con tu ausencia
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Concepción and Carol)
(Texto registrado)
Mi mundo es un desierto de esponjas marinas,
resecadas de incredulidad
a la espera de un diluvio de caricias
que las devuelva al seno de mi ansiado mar.
Cualquier día de estos me compro una barca
y me adhiero a la superficie de mi “thalasa” familiar
o mejor aun…me compro un submarino, y me sumerjo a 37.5 metros…
y una vez cómodamente instalada, abriré compuertas y escotillas
para poder respirar satisfactoriamente el aire de esta magnífica humedad.
Construiré con esmero, un ajedrez oceánico,
y jugando con las gambas, le daré al gambito su verdadera personalidad.
Será un acontecimiento incomodo por la falta de gravedad
que deberemos contrarrestar con recuerdos de pesadez sentimental.
Será fantástico medrar en este mundo acuático
y olvidar por un instante que lo único que tengo
es esta quilla de agonía, adherida a una barca
abandonada en esta soledad.
Mi mundo…mi mundo es de aristas y cuchillos,
de espinos y navajas, todo bien afilado
que yo voy haciendo romo a golpe de risas y algún desencanto
Un miércoles al amanecer de esos de no pensar en nada,
encontré un jarrón roto a los pies de mi cama,
fue tanta mi pena que un kintsugi quise hacerle con lágrimas.
Pero la untuosidad de mi agua no le servía de pegamento ni argamasa.
Entonces me entro una risa deliciosa,
con cada reclamo de mi garganta las roturas se hacían amigas
y en un puzle de piezas de concordancia, unas con otras se intuían.
Al terminar mi obra, pude observar una serie de islas delineadas
sin espacio ni mar que las delimitara,
y en cada isla amanecía un eco de risa,
como un recuerdo feliz de los instantes más gratos de mi vida
Otro miércoles al anochecer entre en mi habitación,
y me quede pasmada al observar un desatino peculiar…
la almohada de mi amado Tóbal, como nube de estío al techo llorando se adhería
Y mi almohada corría por toda la estancia
pegando saltitos para recibir cada lagrima,
y cada gotita que empapaba era cristal hechizado que mi pecho hendía
El dolor era altisonante…el efecto, fulminante…
pero mi alegría vino otra vez a socorrerme de ese mal.
y con espasmos y carcajadas acomode sabanas y almohadas
que de recuerdos gratos quiero vivir…en esta tormenta de soledad
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (Walking in the shoes of Carol and Concepción)
(texto registrado)
(DIARIO SILENTE)
(fragmento de mi obra Archipiélago del Miércoles Aéreo)
La oscuridad era la más perfecta obstinación, perpleja reina en eones de dominio salvaje, la ceguera
solo era el complemento directo a nuestra obcecación en querer mirar y/o comprender.
El frio era devastador e inerte, y de una longitud solo contada con las arenas del mar, la inmovilidad era
nuestro destino y nuestro adjetivo más simple.
Con los ojos sellados por el peso de nuestra rabia abandonada,
con la mente transitando por el cúmulo de las autistas esponjas marinas.
Cuando el tiempo empezó a revelarse por fin,
solo fue un espacio de muerte asilvestrada,
pensando que nunca habíamos vivido
cuando la muerte era un pozo de resurrección.
Cuando el vivir solo era sueño de no vida,
relegamos el fragor del viento en nuestros rostros,
y si en algún lugar quizás lo sentimos,
ya lo habíamos olvidado.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(texto registrado)
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