En la cumbre del tesoro de la vida
Prefacio:
La vida es un desliz…pero a veces se hace demasiado ascendenteNo reconozco hecho, sin dejar que la aromática saliva me alimente.
No dejo de esforzarme, y sin embargo el tedio de la inusual vida me dice adiós.
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la aspereza de su sentimiento se hizo bondad.
El vino de los lagares se hizo perfume
y la vida se entendió como un azar de flores amarillas.
Y el hecho fue intranscendente, pero el fulgor estaba allí,
allí donde siempre lo encontramos
y así la vida se nos hacia montaña,
pero con la naturaleza más dulce suavizando el declive.
Y el amor que siempre presentimos,
hacia el final nos hacia un gesto de asentimiento.
Y no dudamos de su honestidad
después de miles de años del rencor que nos mato en vida.
Silenciosamente, al atardecer, vadeamos el riachuelo,
y presentimos el cangrejo y el caracol.
Entonces les concedimos la libertad,
cantando junto a ellos la gloria de la noche.
Salimos a recoger lluvias,
en los oteros con el devenir mágico del sol.
Con nuestras lágrimas naturales, se prendieron uno a uno
como las chispas que nuestro corazón enciende
Rentabilizamos nuestro últimos segundos jugando
Aplaudimos cada vuelo de libélula.
Cada mota de color y cada lavanda que nacía entre espinos.
Cada segundo se nos hacia infinito, y así cada infinito se nos hizo alegría,
en la cumbre del tesoro de la vida.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty