Mi papá no tenía una grandes piernas, pero para un niño de apenas cuatro años, padre me parecía un gigante.
Tan gigante como lo era "Mitek el Poderoso" (0)...mi simio preferido de aquellos días de mi infancia primeriza.
Domingos de invierno soleado...
Con mi leche con galletas a medio deglutir...y ya estaba papá tirando de mi por la carretera de Sans(1) hasta la bendita plaza de España (2)....y de ahí "Paralelo" (3) para abajo en busca de un mar que en raras ocasiones vi.
A mitad de camino, la portería de la tía abuela Consuelo. Decía ella "no habla mucho este niño, que bueno es". Siempre comentaba lo mismo la santa tía...y que diablos debería contarle, sin aquellos días no sabía ni quién era ella.
Más tarde llegaríamos a la casa de la abuela María...un cuchitril húmedo y frío, como húmedos se le ponían los ojos a mi papá al sentir la frialdad del cuarto. Con la triste estufa de resistencias, antigua y desfasada. Todo frío, como frías estaban las manos de la abuela, como si ya anduviera muerta en sueño peripatético.
Pero para aquel niño callado y solitario, lo único que le llamaba la atención, eran los racimos de champiñones que crecían en el quicio de la puerta del cuarto de la abuela...
Que húmedad y que frío...por Dios.
Por fin llegaba el momento cumbre de la jornada...a pocos pasos del famoso "criadero de hongos" se hallaba el palacio de las maravillas.
Los "Encantes' de la plaza de Sant Antoni (4)
Este lugar era mercado de abastos entre semana, pero el domingo se convertía en un maravilloso paraíso de coleccionistas, en donde se vendían todo tipo de artículos, en especial libros, comics y vinilos, a los que papá (y más tarde un servidor) era muy aficionado.
Para mi padre, ese lugar era su recreo semanal, su mundo de ensueño, su Edén.
Siempre llegábamos a casa con un nuevo disco para él...y por supuesto!!! mi "tebeo"(5) de Mitek el Poderoso, el cual enseñaba con orgullo a mi madre. La pobre mujer me dirija unas miradas, que ahora entiendo, eran de pena por su retoño...imagino que pensaría "ya está este imbécil de niño con la mierda esa del "Mitex" dando el tostón".
Corramos el tupido velo de la compasión hacia este humilde servidor suyo.
Lo cierto es que, y gracias a esos días, me convertí en asiduo a esas pequeñas ferias de objetos antiguos y en desuso, objetos, sin embargo no desprovistos de alma. No como los de ahora, plásticos baratos de usar y tirar.
Antaño todo se reparaba y se cuidaba, el objeto llegaba a formar parte de las familias...tenían vida propia.
Como vida propia tenía Mitek el Poderoso en mis sueños de infante.
PD.
Como mi papá me llevaba a todas partes andando...al final de mi infancia mis piernas no sentían envidia de las de Mitek...otro legado de papá que me convirtió en el "Ortunyo, el de las poderosas piernas"
Amén
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(Texto registrado)