Y un buen día las fronteras del alma de cerraron...
y dejaron encerrado el tenedor con el que comí mi porcion del Roscon de Reyes ( nota al pie del escrito) que mi papá tuvo a bien de paladearmos el día de la Epifanía del Señor. El mismo bocado en donde fui recompensado con la figurita del rey...pero también con la del haba.
Ese mismo día, el del cierre de fronteras, quedó deambulando por el exterior, en donde habitan las tierras baldías, mi café con leche, ese mismo con el que el fantasma de mi yo asesinado pensaba desayunarse, mientras hojeaba los catálogos de aquella agencia de viajes que le prometían una feliz estancia en el paraíso de las islas Maldivas, más concretamente en la isla de Kanuhura.
El día en que por fin se clausuraron las compuertas de mi alma, mis ojos se abrieron de par en par, observando más allá de esas benditas fronteras, el terreno oscuro y yerto en donde habita cierta esperanza....
Mientras tanto, mi alma se transformó en niebla y escapo por el extractor de mi cocina, a perseguir esa esperanza, más allá de esas fronteras que ella misma creo, y que un buen día cerro...
Y ocurrió que de tanto deambular acabo por fin en la playa de Kanuhura, en donde Penélope la tortuga y Juana la sepia acababan de merendarse el resto del roscon de Reyes que en aquella lejana Epifanía mi papá nos regaló
Nota
Roscón de Reyes: un dulce de forma circular, elaborado con brioxe y relleno de mazapán, que se elabora para degustar el 6 de Enero, día de la Epifanía de nuestro Señor, o más cotidianamente, el día De los Reyes Magos. En este dulce el pastelero previamente a escondido dos figuritas, una porcelana en forma de rey, y un haba. La tradición manda que a la hora de porcionar el Roscón, el comensal que recibe la figura del Rey se convierte en el rey de la mesa, y el que recibe el haba paga el roscón.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty.
(Texto registrado)