(Dedicado a todos lo que se fueron prematuramente dejándonos el recuerdo de su joven y bella imagen para la eternidad)
No hay nada que llegue más lejos, no es definitivo que se pueda sentir más lejos
Desliarse y medrar en las fronteras de lo terreno y sentar las bases de las cátedras de las almas blancas.
Cara a cara, juguetes y alimentos perecederos, desiertos y panes de centeno.
Húmedos los torrentes de las lagrimas recordando el paso del mar entre los parpados.
Siguieron las perlas torrente abajo hasta el corazón, luego despidieron murciélagos amigos, liebres inválidas y vigas de amianto.
Pero el nacimiento de lo que es, llama a la puerta una y otra vez , enciende de nuevo los televisores
e ilumina a los cetáceos con sonrisas conspicuas. Mantiene las maletas encerradas bajo montes de locura, atornilla el cielo a lo más tangible,
lo más enredado y solicito, destellos de magia verde,
o quizás amarilla…
para decantar por una vez el espejo liquido del que estamos hechos.
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Podría ser estrella de nueva generación, o bien destello de pompa de jabón, y al mirar las superficies y los hechos que destilan las vidas escogemos siempre los más variados y tornasolados colores para que nos reinventen las ganas de seguir adelante.
Un, dos, o tres segundos más tarde,
o quizás mil años después ya nada quedara del silencio, pero tal vez entonces nos llegue una fragancia que envenenara el aire dormido de los recuerdos.
Recuerdos del los luminosos días, de las niñas que jugaban, prendíendo anillos y perlas en los pechos anhelantes.
Satisfecha ya la memoria,
solo quedara por descoser los pliegues de las faldas y demás tejidos adolescentes, y así poder encontrar el vestigio de lo feliz y verdadero
El pájaro exponencial sobre la valla de la estación
Puerta de corazones,
puerto de corazones. Partidas lejanas del hambre.
Necesitábamos tener hambre.
El hambre estaba ahí inalcanzable, como el pájaro exponencial sobre la valla de la estación.
Miraba los guijarros que reposaban entre vías…
galaxias de piedras, al final, la piedra más lejana…
la galaxia del hambre.
Nos hicimos una nariz de papel y unas largas orejas de trapo…
visitamos todas las galaxias del hambre….
y no sentimos ganas de tener más hambre…
Un hueso de aceituna hambrienta de carne…
Bebiendo el aire gris de la estación,
tristeza de pájaros amarrados a las vallas… mirando la eternidad en los trenes de largo recorrido que no dejan su aliento en los apeaderos de este humilde rincón del alma hambrienta.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (Walking in the shoes of The Ghost on the Shelf...esperando el ultimo tren)
Un hogar disciplinado en donde alojar la locura, un hogar silencioso, destinado a ser una tumba, un hogar destruido, antes de ser habitado, un hogar lleno de muebles elaborados con lagrimas.
Un sentimiento perpetuo de hogar imposible, y un alma de almoneda triste y desangelada, caballo viejo y sin un jinete que sea más viejo aun, espíritu predador de las esteras humedecidas con la sangre del hogar.
Cartel deslucido de aquella película de la Loren,
y almanaque de mil novecientos ochenta y seis cubierto de polen, piscina sin huellas de hipoclorito, carne en el asador sin leña ni carbón balón y bicicletas sin aire que compensar la tristeza.
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Mañana me bañare en el rio, empeñare los viejos cuadros,
o mejor los envolveré en desierto.
Sabes que me encanta adoptar tus palabras. ¿Y de quien si no las iba a soñar, de Sofía Loren quizás?
Porque tus palabras ya llenan este nuevo hogar, cantan y se deslizan auto consentidas, son pájaros de belleza cámbrica, vírgenes y sensatas por una vez.
Son hogar, en donde guarecer la miel, las estrellas, las Lunas, los solsticios, y alguna destreza mal aprendida en los veranos de desidia... Serán tus palabras arte y ensayo de compresión dual.
Louis Armstrong canta la navidad, es también hogar. Las caracolas del ocaso son hijas de las islas solitarias, son las dueñas del ambiente del mar.
Camino del cielo, surgen islotes a mí alrededor, sonrío, demuestro lo buen tirador de flechas que soy cuando escribo panfletos mientras compro verduras y tubérculos.
Mientras, una mano esconde la venda de las heridas y la otra recibe las mejillas de tu aldea primigenia.
Hay un cartabón preparado en el jardín, diseñemos las líneas maestras de la naturaleza, también formaran parte del hogar los atardeceres en la pileta, los peces nos aplaudirán y más tarde recibirán la recompensa de tu amor...
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Había un hogar enfermo de tradición, soñaba con tus manos,
el antiguo hogar se mecía en la brisa del desencanto.
Pero ahora, el nuevo hogar encontró un hueco en tu regazo, en donde poder esconderse un rato.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking un the shoes of The Ghost on the Shelf, mientras visiona de nuevo Boccaccio 70)
Maureen O ‘Sullivan relata un cuento a las monas en las Selvas del Abandono
(fragmento de mi obra "Los Ciempiés Dorados)
(Relato que le escribí a mi esposa la primera que tuvimos que estar separados. En el que Luna es mi amada esposa, y Raiz de Maíz es su humilde servidor)
(A los posibles lectores bogotanos les sonaran ciertas palabras y algunos lugares)
Lloraban las palomas,
los envases de leche
y hasta las monedas de céntimo estaban tristes.
Ellas que siempre esperan desangeladas y olvidadas,
mordían el polvo por los hechos luctuosos que se sucedían en aquellos días sin color.
Maureen O ‘Sullivan había cumplido aquel verano 117 años, y después de darle muchas vueltas a su cabeza decidió que debía mudarse de apartamento regresar a su vieja casa…
Empleo exactamente una hora veinte minutos y doce segundos en empacar sus cuadros con Johnny para partir rauda y esperanzada hacia su antiguo hogar…
Encontró el lugar un tanto desaseado… las monas no se distinguen precisamente por su hacendosidad, pero después de haber conquistado Mozambique y Madagascar todo le era… un tanto indiferente.
El aroma de celuloide debía de impregnarle todavía el cabello mientras cantaba fados al anochecer y las monas se acercaban a recibir la esperanza de sus labios.
Mañana seria domingo de resurrección y la noche podría transmutarse en infinito por esa condición que tienen las vigilias en compañía de las monas.
-Desiré, sírveme una copa más de Moett Chandon si eres tan amable-
Levemente apoyo el licor en su paladar, las monas miraban el lejano incendio, una luciérnaga presto su brillantez al filo de las hojas, el fugaz recuerdo de Johnny envió una señal
y así empezó el cuento…
Teoría de la relatividad (reencuentro en Bogotá)
El verano acababa de terminar de asesinar los últimos girones de nube de la última tormenta, la playa fue entonces una desdicha de anhelo…
Un silencio atronaba en el despiderero entre los silencios rotos de millones de almas con maletas y bolsas de mano que pugnaban por mirar el techo esperando la señal luminosa para arremeter sin piedad contra el monologo que El Ser Abreviado
debería de practicar en aquel severo mes de Septiembre…
Raíz de Maíz lucia galas de fiesta aquel día tan especial… la jornada anterior llovió sin cesar, la ciudad estaba inundada de vehículos enfangados, un toque de hogar sudamericano envolvía los haces de luz al anochecer.
Raíz de Maíz imaginaba un desastre tras otro intentando calcular cuantas líneas aéreas podían hacer circular aviones en un mismo instante en los dos millones de metros cúbicos del cielo de El Dorado…
Tal ejercicio le dio mucha sed. Fatigado encamino sus cinéticas raíces hacia el mostrador de Juan Valdés… pidió mocachino y de postre corazones de rico hojaldre…
Y así le encontró la Luna Llena. Llena de fragancias estaba su cáliz hermoso e inmaculado, después de haber invadido las islas del lejano oriente
con paladares llenos de emoción.
La cenicienta cabecita le dolía.... flores y arboles le dedicaban sonrisas al pobre Raíz de Maíz, dejo su pobre vegetalidad en las escaleras de piedra que adornaban la fuente, y dejo que el salpiqueo del agua arremetiera contra sus hojas lánguidas de tristeza.
Al anochecer elevo sus ojitos, y ahí estaba ella, más bella que nunca, una emoción le sacudió de tal manera que sus ojos se inundaron con la humedad más extensa de la Tierra...
Caricias que se repiten, y el largo paseo por los bulevares que va desconectando la realidad bajo la pertinaz cortina
de la lluvia más insaciable del planeta…
La urbe sudamericana encierra el milagro del olvido, pero en los corazones más ardientes la llama no duerme, se recicla a cada paso entre los estertores de la inmanente sordidez del caos que revela muerte en cada esquina…
El eco de la música les llegaba entre el estruendo de busetas y microtaxis…
Aquella mágica noche de reencuentros con los fantasmas de los meses anteriores les deparaba la fenomenal ordalía de las voces de los doce arboles de la fachada norte de Iserra 100…
Un tango delicioso entonaba el mayor de ellos y acompañado del sentir enraizado de los demás demostraba al mundo la gentileza del sentimiento Silvano…
“Tango de la nieve que duerme en mis manos”
Ahora que el tiempo rueda ahora que el ánimo se asoma a las puertas del jardín de infancia, presumo constantemente de la ignorancia, porque, para que querer saber si tú no estás aquí Cebollita de la miel. Para que querer saber el horizonte, cuando mis manos cargan el frio y la desesperanza arranca gemidos del hielo de la nieve que se acuesta en mi dolor.
Cuando las flores castigan mis ojos con sus colores de alivio, cuando los fardos de la vida no son pesados porque vacía esta la llama, recuerda los pasos de nuestra danza, recuerda la saliva de nuestra esperanza, dale al éter un signo que desangre las estrellas… y sobre todo no olvides despertar la nieve que duerme en mis manos
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Y entonces ocurrió por primera y última vez, y la nieve cubrió la ciudad, y el prodigio estallo en cada esquina, en cada portal, en cada línea de cemento y asfalto… La blanca magnificencia dejo lleno de estupor a los cuervos, a los ciempiés dorados, a los cipreses y a los espejismos de la libertad…
Fue así como Raíz de Maíz y Luna deslizaron el velo para poder cumplir las profecías, se aferraron a las estelas de los copos nieve, estos condicionaron su color y su esencia al brillo de plata de Luna,
y al amarillo de oro de Raíz de Maíz…
Llovieron azul, y luego purpura… un encaje perfecto de locura y avidez de miel…
llovieron lágrimas y estas se convirtieron a su vez en los enigmas de sus futuros de recuerdos.
Quince días después de la primera masacre… Raíz de Maíz jugaba con piedras, desordenaba y ordenaba guijarros y pedazos de ladrillo… el abandono del solar era tan enorme como la cavidad derecha de su aurícula sangrante…
Las vecinas peinaban muñecas nacidas antes de mil novecientos cincuenta y siete, el desconchado oxidado de pintura del poste de hierro burdo y barato recitaba a Dylan Thomas.
"Y la muerte no tendrá dominio. Los hombres desnudos han de ser uno solo con el hombre en el viento y la luna poniente; cuando sus huesos queden limpios y los limpios huesos se dispersen, ellos tendrán estrellas en el codo y en el pie; aunque se vuelvan locos serán cuerdos, aunque se hundan en el mar de nuevo surgirán, aunque se pierdan los amantes, no se perderá el amor; y la muerte no tendrá dominio" De Dylan Thomas
Raíz de Maíz dialogaba con el desconchado, le preguntaba por las heridas más antiguas, por la manchita más oscura de oxido que le roía y envalentonaba su decisión de perder el dominio sobre la muerte… (los metales se ríen furiosos de los desesperados esfuerzos de los primates por superar la doblez de la piel)…
Los metales tienen una vida digerida por el aire… pero el aire le da alas a Luna y rescata mazorcas que deambulan entre muñecas sin ojos y postes ancestrales sin pintura que los ennoblezca.
Final del cuento.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
Qué extraña sensación, el alma se me desprende, se alza sobre los campos, alcanza la luna.
Se queda a dormir en ella, por la mañana desayuna meteoritos con café y tostadas amarradas.
Es la hora de volver, a viajar otra vez, de regreso a casa, a la triste carcasa, para obtener el registro que nos dará el pase para el próximo vuelo, quizás, el definitivo.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of The Ghost on the Shelf)
(¡¡¡Corre Joe, corre!!!) (Si te han de morder, que al menos sea con cariño)
Al fin me gradué... Y la verdad me costó lágrimas y sudor,
y sí, también sangre,
mucha sangre.
Desde mi más tierna infancia
mis sangrías eran el pan de a diario. Fue el precio que tuve que pagar. Pero no me arrepiento.
A cambio recibí una posición social en la que nada me fue vedado,
y también amor,
mucho amor y dedicación...
Que son unos litrillos de sangre a cambio de tantísima bondad y dedicación?...
Acaso ustedes que tan alegremente juzgan a mi progenitor,
tildándolo de monstruo infernal,
y a mí, de esclavo de su necesidad...
acaso ustedes, no son también esclavos de sus amos ¿y que reciben a cambio?...
yo sé los diré...NADA!!!.
Mañana es el día del Padre,
de mi papá putativo,
y a mi papá le he escrito estas letras que ahora quiero compartir con ustedes...
AQUEL DÍA EN EL CENTRO COMERCIAL
A mi querido papá Bela: Aunque era casi un bebé,
aún recuerdo como me buscabas entre la gente que aquel anochecer llenaba el "Espai Gironés". Era enternecedor verte tan atildado,
con tu impecable traje negro
y tu preciosa capa de forro rojizo,
deambular empujando el carrito de la compra,
entre los lineales de artículos para niños y bebés.
Se que desde que posaste tu mirada en mí,
toda tu paternidad afloró por fin.
Un ímpetu de amor paterno filial se desbordaba por los poros de tu piel. Recuerdo como mis protectores querían defenderme de tí,
¡¡Que horror!!!, si hubieran sabido lo buen papi que has sido y eres para mí. Mientras Fénix te entretenía con no se qué juego estúpido a base de cruces,
Mister T me gritaba "corre Joe, corre". Hannibal y el Loco Murdok, preparaban una trampa para ti.
Estúpidos, no hay trampa que pueda parar tu determinación.
En el momento culminante de tu búsqueda, tuviste al Equipo A a tu merced.
Pero cuando todos pensaban lo peor,
llenaste de armonía sus corazones....nada de sangre y vísceras.
Nada de sortilegios y conversiones en bichos infernales....
solo paz y negociación...
Desde aquella noche pase a llamarme Joe Lugosi...tu Joe querido. Desde aquella noche te alimento con todo mi corazón...y sí, un poco de sangre. Desde aquella noche preciosa, soy tu queridísimo Joe.
A mi papá, con cariño y dedicación en el día...(bueno en este caso, la noche) del padre.
Mi papá Bela Lugosi De profesión vampiro.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Joe Lugosi)
“Mi ángel de la guarda se fue de vacaciones con Dios Y cuando vuelva, me iré yo sin él” ************
El jaezado el corcel corre,
espuma en la boca
Animoso cabalgar,
con enojado espíritu de fuego
Cruza colinas,
entre montones de nieve sucia
Entre el ocaso y el anochecer
¡escucha!
El cielo se desprende de su costra Y aparece bastón en mano, con sonrisa divina... (Claro está) Y llamándole le silba una canción de potrillos descarados
Y Dice Dios:
“Vamos a la ultima gruta que necesite escucharemos el cercenar de la sal de los murciélagos,
visitaremos el lobo y la nutria,
escogeremos el mejor arrullo.
luego podremos descansar entre la desnuda pereza del valle otoñal"
Apurándose el corcel,
vuela entre el carbón de los ángeles caídos. Sus llagas se curan con poemas santificados.
Y ahora habrá que decidir si la vuelta es demasiado pronto, o quizás Dios se olvide de vivir entre asientos dorados.
Las aventuras son para excursionistas despistados, para dioses alicaídos,
y corceles en paro .
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Carol Lumieré)
(Dedicado a mi maravillosa y queridísima esposa, bellísima por fuera pero muchísimo mas por dentro. La belleza de mi esposa es consecuencia de su bello y magnánimo corazón, que cuando el mío se niega a latir, siempre esta el suyo a mi lado dándole ánimos).
Se pasea por la plaza,
y los carruseles se detienen, se detiene el tiempo, y el aire la venera.
Y si el ojo nos guiña nos quedamos quietos sin aliento, pero con la sangre corriendo trémula.
Se pasea por las calles, y los chiquillos crecen de manera abrupta, y a los ancianos a la juventud catapulta.
Se demora en las catedrales, y Dios baja de los altares para compartir su gentileza y juntos crear la belleza.
Y de todo esto ¿tendrá ella la culpa?
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Mon Gessami)
(texto registrado)
Nota:
La joven de la foto no es mi amada esposa...Mi amor es muchísimo mas bella, me toco el gordo de la lotería...ya ven
Nunca he sido mas ni menos simplemente he sido herido y amado, y en ocasiones fui escarnecido,
pero nunca obviado.
De las iglesias me auto expulsé, entre la carne de presidio encontré la pólvora, tanta pólvora como oro halle entre los desechos de mi viejo barrio latino preñado de recuerdos.
Me acomode en viejas pieles casi irreconocibles por el alcohol y el humo del tabaco, me deslice por cloacas con ínfulas de catedrales ahí siempre encontré inspiración.
¡¡Oh bellas musas decrepitas déjenme descansar!!
Entre naranjos escribí con las cejas prietas saludablemente enfermo de necesidad, y en el horizonte me aparecían amigos, amigos tan inoportunos como amados.
Viva la simiente cognitiva,
nunca aprendemos suficiente. Que error se comete tan a menudo,
querer ser y desaparecer siendo. Y yo el mas desaparecido, tanto que a veces me extraño ante el espejo.
Pero la pólvora siempre acude en auxilio de este pobre loco, depauperado de patrias. Y no me aflige la novedad,
que ya se me hace vieja a cada instante.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of The Ghost on the Shelf)
Como un sapo esperando bajo tu ventana mirando al éter, y no queriendo ser otra cosa que sapo, ni príncipe ni rey, ni alma de playboy intoxicado.
Como un sapo con el pelo recortado escondo la quimera de un relato cifrado en algún código que en algún tiempo conocí.
"Bebía las cervezas el viernes noche junto a los muchachos del taxi. Mas tarde bebíamos mas cervezas, y algún chupito para olvidar la vida de futuro sapo"
Olisqueo el néctar del anochecer y esperando como un sapo bajo tu ventana olvido mi pasado de Heavy Metal Killer.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (Walking in the shoes of The Ghost on the Shelf...exguitarrista de Heavy Metal)
El día en las ciudades suele ser rojo, pero las nieblas dan suavidad, igualan, o eso debió pensar Monnalisa al comprobar cuan sereno era el instinto que la había llevado a New York City.
El Louvre era el escondrijo perfecto siempre que quieras que te miren, pero que no sepan lo que piensas. Pero lo que pensaba Monnalisa lo enmascaraba detrás de su famosa sonrisa.
Los más famosos psicólogos habían explicado el por qué de su problema, pero su anhelo estaba en las manos y en los ojos de Leonardo. Ella suspiraba a escondidas cuando la luz se volvía tenue y ya las últimas visitas olvidaban su rastro en el vientre de su sala.
Aquella noche decidió ser el ser otra vez, ser la luz de Leonardo, en donde el aire fuera deseo de nuevo.
Estudio los accesos de la puerta de embarque, pidió la hora 145 veces, y al fin se sintió pájaro a diez mil metros de altitud pensando en su pintor, su genio creador.
Monnalisa se mojaba, la lluvia de la ciudad era el sudario perfecto, caía el agua desde los rascacielos tocados de azul y gris, caía el vértigo de sus ojos cuando comprendía que Leonardo había cambiado, no la miraba ya, solo la trazaba de nuevo con infinitas nuevas formas de arte moderno y contemporáneo. ¿Dónde estaban las noches de ordalía y pasión? ¿Por qué los juguetes de pantallas y teclas solo la hacían tener las cosquillas más tristes que jamás de atrevió a imaginar?
Delante de la frutería dedico un tiempo a conversar con tres mandarinas inéditas, ellas también soñaban y cantaban los silencios que escondían el corazón de Monnalisa, la tristísima Monnalisa.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
El dolor es tener el interior repleto de acidez, el dolor es tener ausencia de miel…
caustica es la adrenalina que nos conmueve, los versos más deliciosos que entonamos,
y nos sugieren un mundo donde aun no hemos nacido.
El dolor es no tener el corazón presto, el dolor es tener la más terrible de las amigas, saber el vocabulario de los panteones y no dañar la memoria del ser amado. El dolor esta en el interior,
y el nos hace huecas de miel.
El sueño migrara, el sueño migrara al occidente, llenaremos nuestra vacía cascara con la miel que derrite tu abandono, y así jugaremos de nuevo con las risas y con las alondras que te pertenecieron.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Sinda Mabué)
El hombre que podía suministrarnos elefantes, desde el anochecer hasta el alba, sin sufrir por la odisea selvática.
De día nos los traía Jam. Con el infierno del sol…alegría de Jam. Sin nubes en el cielo…absolutamente vana la esperanza Elefantes de colores…y estrellas en blanco y negro.
El hombre que nos traía el elemento invisible, de tan enorme silencio y trompa retumbante. Y tan disecado astro rey, como pantalla sin sueños Nos traía los elefantes sin rencores ni atributos.
El hombre del color sesgado, el colmillo adornado de lapislázuli. Con banderas de esperanza, y las orejas como la lengua de gato.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Vasallo del Mar…ex traedor de elefantes)
Podría ser que el aire nos rociara con el vuelo de los majestuosos ánades.
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Hay un momento en que la vida comienza a pesar. Hay un trecho del rio en el que las aguas se hacen profundas y rápidas . Hay un espacio de tiempo en el que se involucra el cansancio. Hay una tempestad de la cual es casi imposible escapar.
Hay simientes agostadas. Hay desiertos sin horizontes.
Hay electricidad estática.
Todo en abundancia, cuando no hay abundancia.
Hay esperas desesperantes. Hay tiempos lejanos en el futuro, que se nos quieren hacer recientes. Hay confianza en el ser, pero solo en tu ser. Hay una puerta oculta y cerrada, que quiere abrirse a la soledad.
Hay electricidad estática
Todo en abundancia, cuando no hay abundancia
Hay alarmas silenciosas que gritan sin ser oídas, pero si presentidas. Hay injusticias de quien se cree justo.
La libertad no se ha de conceder. La libertad es algo que se prende del alma desde el mismo momento de nacer.
La confianza no se otorga. Es algo que se alimenta día a día con amor y ternura.
Hay cegueras y tristezas, por querer ver. Hay cegueras que se alivian demasiado tarde.
Hay electricidad estática.
Creo que deberíamos hacer algo por ponerla en movimiento.
Hay mundos que se han conocido. Pero ninguno ha de ser mejor que este. Ningún mundo es mejor que este. No hay motivos para romper este mundo.
Hay agravios comparativos que nunca deberían salir a la luz.
La electricidad estática nos envuelve.
Rompamos el viento, y liberémonos del estático estado.
Cuando hay amor no debiera haber nada de todo esto.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (Walking in the shoes of The Ghost on the Shelf...hirviendo en un mar de estática electricidad)
(Fragmento de mi obra "Archipiélago del Miércoles Aéreo")
Latitud, 4 35' 53" N. Longitud, 74 4' 33" W tengo la coordenadas,
el frio también lo poseo, tengo el olfato,
el silencio,
los deshechos.
El vacío en mi bodega de carne,
el soliloquio más eterno, la mirada devuelta mil trescientas ochenta y nueve veces, el verso a punto de estallar,
tengo.
Resina estelar,
en cada agujero de tu emmental. Un talento de cavernas
en la semioscuridad más amarilla y templada, donde me pierdo y no hallo las coordenadas.
El eco retumba en mi interior, y en el centro de tu emmental
la brújula también está en el occidente.
El cuervo se asoma en la ventana,
me da malos consejos. La tarde se declina en la cocina,
y las verduras reposan muertas de tristeza.
La tristeza ni siquiera sale por los pies,
no quiere salir a pasear, duerme entre plumas cognitivas, pero lo único que entiende es tu ausencia.
Desde que te fuiste,
los días son bisontes a la espera de ser cazados. Pero Caballo Loco anda desaparecido, le vieron por última vez en el departamento de quesos de “Carrefour”. Compro 257 gramitos de emmental mientras bailaba la milonga nacional.
Desde la pequeña Italia me llegan aromáticas canciones napolitanas. El lago Estigia esta hermoso esta tarde. El velero está presto a partir,
Caronte lleva pan y emmental en su alforja, pero no tiene tu coordenada definitiva y definitoria,
Cantare luz de brillo al borde de los caminos
y las esteras llenas de anacrónicos arácnidos
tendrán un día de asueto lleno de claridad, los bordes de las manchitas se inoculan del cebo de la vida.
Devolveré las llaves,
mirare al occidente
y me sentare despierta
y sin sueños a esperar.
He de obligarme a mirar cada agujero del emmental que deseas. Pensar es tan difícil cuando la nieve llena las fosas de mis ojos, hace tanto frio en los deshechos de mis ojos,
los devolveré también, hasta que regreses mi amor.
Mientras, escucho el silencio que pernocta entre los agujeros de tu emmental.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Concepción Velasco Alvarado...harta de desear emmental)
Waldo y Homero son dos granos de café que se encuentran en un desierto de nieve.
Waldo le comenta a Homero,
“que lugar más estúpido para estar, ¿no crees?”,
y Homero le responde
“depende Waldo, todo depende”
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El aire se hace respirable,
el jadeo de las manecillas del reloj se hizo audible.
Dependiendo de donde nos deslicemos. Si es alfombra persa, o por anudado felpudo, podemos descubrir la suavidad más tolerable, o el conjunto de la realidad en nuestras posaderas.
Depende de si el trino de los pájaros se ahoga por el rumor de las estrellas ausentes.
Mientras Amparo toma un café, y el roce de mis zapatos se hace audible
a un millón de años luz de distancia sideral.
Depende de que el perfume a café lo invada todo. Y el sueño perdido vuelva a mí con toda la fuerza. Y aire se comprima en bucles de aromas tropicales.
Perdiendo el tiempo, para toda la eternidad. La eternidad durara lo que Amparo tarde en tomarse un café
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of Concepción Velasco Alvarado)
Gracias epeciales a Cafés Juan Valdez y Cafés Oma, por sugerir a Concepción el nombre de los granos de café.