Sofia Loren
(antiguos lares, nuevos hogares)
Un hogar disciplinado en donde alojar la locura,
un hogar silencioso, destinado a ser una tumba,
un hogar destruido, antes de ser habitado,
un hogar lleno de muebles elaborados con lagrimas.
Un sentimiento perpetuo de hogar imposible,
y un alma de almoneda triste y desangelada,
caballo viejo y sin un jinete que sea más viejo aun,
espíritu predador de las esteras humedecidas con la sangre del hogar.
Cartel deslucido de aquella película de la Loren,
y almanaque de mil novecientos ochenta y seis cubierto de polen,
piscina sin huellas de hipoclorito,
carne en el asador sin leña ni carbón
balón y bicicletas sin aire que compensar la tristeza.
********
Mañana me bañare en el rio,
empeñare los viejos cuadros,
********
Había un hogar enfermo de tradición,
soñaba con tus manos,
piscina sin huellas de hipoclorito,
carne en el asador sin leña ni carbón
balón y bicicletas sin aire que compensar la tristeza.
********
Mañana me bañare en el rio,
empeñare los viejos cuadros,
o mejor los envolveré en desierto.
Sabes que me encanta adoptar tus palabras.
¿Y de quien si no las iba a soñar, de Sofía Loren quizás?
Porque tus palabras ya llenan este nuevo hogar,
cantan y se deslizan auto consentidas,
son pájaros de belleza cámbrica,
vírgenes y sensatas por una vez.
Son hogar, en donde guarecer la miel, las estrellas,
las Lunas, los solsticios,
y alguna destreza mal aprendida en los veranos de desidia...
Serán tus palabras arte y ensayo de compresión dual.
Louis Armstrong canta la navidad,
es también hogar.
Las caracolas del ocaso son hijas de las islas solitarias,
son las dueñas del ambiente del mar.
Camino del cielo, surgen islotes a mí alrededor,
sonrío, demuestro lo buen tirador de flechas que soy
cuando escribo panfletos mientras compro verduras y tubérculos.
Mientras, una mano esconde la venda de las heridas
y la otra recibe las mejillas de tu aldea primigenia.
Hay un cartabón preparado en el jardín,
diseñemos las líneas maestras de la naturaleza,
también formaran parte del hogar los atardeceres en la pileta,
los peces nos aplaudirán y más tarde recibirán la recompensa de tu amor...
Sabes que me encanta adoptar tus palabras.
¿Y de quien si no las iba a soñar, de Sofía Loren quizás?
Porque tus palabras ya llenan este nuevo hogar,
cantan y se deslizan auto consentidas,
son pájaros de belleza cámbrica,
vírgenes y sensatas por una vez.
Son hogar, en donde guarecer la miel, las estrellas,
las Lunas, los solsticios,
y alguna destreza mal aprendida en los veranos de desidia...
Serán tus palabras arte y ensayo de compresión dual.
Louis Armstrong canta la navidad,
es también hogar.
Las caracolas del ocaso son hijas de las islas solitarias,
son las dueñas del ambiente del mar.
Camino del cielo, surgen islotes a mí alrededor,
sonrío, demuestro lo buen tirador de flechas que soy
cuando escribo panfletos mientras compro verduras y tubérculos.
Mientras, una mano esconde la venda de las heridas
y la otra recibe las mejillas de tu aldea primigenia.
Hay un cartabón preparado en el jardín,
diseñemos las líneas maestras de la naturaleza,
también formaran parte del hogar los atardeceres en la pileta,
los peces nos aplaudirán y más tarde recibirán la recompensa de tu amor...
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Había un hogar enfermo de tradición,
soñaba con tus manos,
el antiguo hogar se mecía en la brisa del desencanto.
Pero ahora, el nuevo hogar encontró un hueco en tu regazo,
en donde poder esconderse un rato.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking un the shoes of The Ghost on the Shelf, mientras visiona de nuevo Boccaccio 70)
Pero ahora, el nuevo hogar encontró un hueco en tu regazo,
en donde poder esconderse un rato.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking un the shoes of The Ghost on the Shelf, mientras visiona de nuevo Boccaccio 70)
(texto registrado)
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