MÍ YO ÁRBOL
Una tarde, me dediqué a ser árbol.
Y así supe lo que era parir...
de la cantidad de hojas que puse a vivir.
Una tarde, mi yo árbol, creció tanto,
que fui derechito al reino de las nubes....
Pero no era un reino de nubes cualquiera.
Era el reino de las nubes de las tardes de Agosto.
Esas mismas tardes en las que recostado en tu regazo,
dejaba crecer mis miembros a tu alrededor.
Comenzaba en tu cintura,
y luego me desperdigaba por tu espalda.
Cansado de tanto crecer,
hacia parada entre tus senos,
y en tu calor hacia mi guarida.
Más tarde la lluvia afilaba el calor y lo volvía frío,
y entonces tú eras la que crecías en mí,
indagando en mi calor más insospechado.
Una tarde, me envolví en tiras de algodón.
Y fui apósito para esas nubes de Agosto desgajadas por la última tormenta del verano en el que me convertí en árbol.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(texto registrado)
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