Bienvenidos a la mediocridad
Escondí la llave en la pecera cuando la tarde crecía en la oscuridad
Al amanecer
no había llave ni pecera.
Pero el agua inundaba la habitación
donde habita el gato,
lamentándose por una ausencia indefinida
Al atardecer el poeta ya había muerto.
Y todas las campanas del mundo
tañían alborozadas en la última iglesia.
Mientras las multitudes celebraban
el hueco dejado por el poeta
rellenándolo con toda su apestosa porquería.
Al amanecer
no había llave ni pecera.
Pero el agua inundaba la habitación
donde habita el gato,
lamentándose por una ausencia indefinida
Al atardecer el poeta ya había muerto.
Y todas las campanas del mundo
tañían alborozadas en la última iglesia.
Mientras las multitudes celebraban
el hueco dejado por el poeta
rellenándolo con toda su apestosa porquería.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of The Ghost on the Shelf)
(texto registrado)
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