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sábado, 5 de diciembre de 2020

La silla siciliana



La silla siciliana

Preludio:
Mis costillas son el cimiento aéreo de todo lo que se puede contener


En la mesita de noche descansaban los retoños de un millón de flores, 
junto al retrato que mira al horizonte, 
junto al reloj del cual ya no entendimos su misión, 
cerca del recipiente con semillas de ajenjo, 
y una moneda tan anciana como era la casa.

Mis clavículas enfermaban en el jardín respirando fragancias infinitas.

En la cama vivían tantos seres...
Ésta era el paraíso necesario. 
Una oración lenta y lejana 
que recitaban los seres en silencio 
cuando las cortinas eran desnudadas 
y el halito del sol matutino bostezaba 
sobre mis rodillas enfermas y delicadas.

Mis pies se hunden en la niebla
y elaboran un nuevo y secreto sendero.

La silla me espera paciente.
Llego de Sicilia antes de la guerra, 
esta sucia y desvencijada,  
aunque su cuero sigue siendo noble 
y me habla de estilos de vida antiguos.

Su asiento es adictivo aun,
y me parece oír en su crujido
la voz de los cuentos mas misteriosos.
Su mordisco ya no produce dolor,
mi sangre ya no recorre el sendero secreto.

Ahora todo esta en silencio,
y la paz vuelve a reinar.


Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(texto registrado)





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