Una mirada de soslayo en el espejo
Había iniciado mi viaje por fin
después de tantos retrasos.
Ahí en ese autobús solitario,
tan solo tenia la compañía de un cadáver en su ataúd.
Cuando el bus se fue colina abajo,
que terrible cóctel de cristales, huesos rotos e insanas miasmas.
Que depresión de días siguieron a días más deprimentes todavía.
Solo de noche tenía algo de compañía,
cuando los fantasmas me visitaban
…aunque ya no me decían nada.
Un buen día al fin pude levantarme.
Lo primero que hice fue mirarme en el espejo del baño.
Un deseo tenía, y al instante siguiente lo desechaba.
Miraba por la ventana...no me decidía a continuar el viaje.
¿A dónde ir? pensaba,
que dirección debía de tomar después de aquel intento fallido.
Pasaban las horas inertes,
los días de catalepsia obligada,
semanas y meses saturados con la falta de la codicia necesaria.
Al fin y a cabo de respirar se ocupaba mi nervio vago.
Que más podía pedirle a mi cuerpo,
mis automatismos estaban cubiertos,
aunque mi mente estaba confusa,
mi alma ausente,
y mi corazón desgajado.
Que difícil era reír, cuando te olvidas de llorar.
Una noche cualquiera andaba perdido por los callejones que rodean la vieja estación del tren.
Andaba buscando algúna alma trasnochada para convertirla en mi víctima.
Sin embargo aquella noche la víctima fui yo.
Delante de mí se erguía maravillosa
la brillantez evocadora de recuerdos.
Fue un punto y aparte.
Tuve la inspiración insana del tiempo perdido.
Un poder evocador de un tiempo
en el que por primera vez tuve conciencia del final de mi infancia,
y el inicio de mi maldición.
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty (walking in the shoes of LarryTalbot Horizonte)
(texto registrado)
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