EL MONÓLOGO DEL MONO
Debo dejar de conversar con Jesucristo,
el pobre no se hace entender.
Y yo...y yo ya perdí la paciencia desde la última vez que pronuncié un nombre y nadie, absolutamente nadie acudió.
Es certero pensar en el final de los diálogos,
y el nacimiento barroco de los monólogos,
como el que lanzo al éter en un día de infarto.
Y detrás de cada palabra, anda escondida una plegaria de fe...
Que fe-licidad, poder crecer detrás de cada frase aún sabiendo que bien podría ser la última.
¿Y si ya he crecido bastante?...
Ahora resulta que soy un gigante, y toda la ropa se me hizo chica...
pero que más da...de gigante podré dialogar con las nubes,
para dejar los monólogos a los buenos monos....
Ahora diálogo erguido sobre una montaña casi tan alta yo...
pero ya nadie escucha...
que sordidez la de este mundo de monos!!!!
Autoría: Ortunyo Benjumea Mcnulty
(texto registrado)
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